Investigadores del MIT dicen que
esta nueva técnica puede purificar el agua tres veces más rápido que los
métodos actuales.
A pesar de que los océanos y
mares contienen alrededor del 97% del agua existente sobre la Tierra, en la
actualidad apenas un 1% del suministro mundial de agua potable proviene del
agua desalada. Realmente muy poco.
Los científicos creen que este recurso
podría ser más y mejor explotado, con técnicas de desalinización más
eficientes y menos costosas. Dos investigadores del Instituto de
Tecnología de Massachusetts (MIT) han dado un interesante paso en ese
camino.
En simulaciones, dicen haber demostrado que los nanoporos de
grafeno pueden filtrar la sal del agua a una velocidad de 2 a 3 veces mayor que
la mejor tecnología de desalinización comercial que existe en la actualidad (la
ósmosis inversa).
Los investigadores creen que la
superior permeabilidad al agua del grafeno podría conducir a técnicas de
desalinización que requieren menos energía y equipos, según explican en Physorg. «Este
trabajo muestra que algunos de los inconvenientes de las técnicas de
desalinización actuales se podrían evitar con la invención de materiales
membrana más eficientes y precisos», dice Jeffrey C. Grossman, del MIT.
Los
investigadores creen que este material permite el flujo real de agua,
evita por completo que se filtre la sal y tiene una permeabilidad mucho mayor en
comparación a la ósmosis inversa. Y todo ello mucho más rápido que con las
técnicas actuales.
Una sola capa de grafeno, que
tiene un átomo de carbono de espesor, resulta muy delgada, por lo que es
ventajoso para la desalinización del agua. En la eficacia de la desalinización
participan el tamaño de los poros del material y la presión aplicada. Claro que
esto tiene un pequeño inconveniente: hace falta que la humanidad consiga fabricar
grafeno de forma sencilla y barata.
Los científicos esperan probar la
capacidad de desalación con grafeno en los próximos meses. Si realmente es una
técnica exitosa, podría ayudar a conseguir agua potable en aquellos lugares del
mundo azotados por la desertización y la sequía. La investigación aparece
publicada en NanoLetters.
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