Nuestro sistema solar nos tiene reservadas múltiples
maravillas aún ignotas. Muchas de ellas seguramente estarán en los cientos de
lunas que existen orbitando alrededor de los grandes planetas del sistema.
Encélado, una de las 66 lunas conocidas de Saturno, es
sin duda uno de los grandes candidatos a despertar nuestro sentido de asombro
cósmico. Esto es lo que sugiere la exploración de la venerable sonda Cassini
que por los últimos años ha estado estudiando a Saturno, el original Señor de
los Anillos.
Encélado ha llamado la atención de los astrónomos desde
hace tiempo especialmente por su deslumbrante luminosidad. El brillo que
despide un planeta –la cantidad de luz solar que refleja– es conocido como
albedo, y es determinado en gran medida por el color de la superficie de un
planeta o su satélite. Aunque pensamos que la Luna es un cuerpo celeste muy
brillante, el albedo de nuestro satélite es apenas un 12%, en parte por el
polvo ceniciento que la cubre. El albedo de Encélado, en cambio, llega casi a
un 100%, como un espejo inmaculado.
Esto significa que su superfice está compuesta casi sólo
por cristales de hielo, los cuales se regeran constantemente –esto permite una
pulcrituda reflejante, por así decirlo.
Desde 2008 Cassini confirmó que las estructuras
criovolcánicas (volcanes de hielo) que se encuentran en Encélado contiene agua
ordinari y dióxido de carbono, monóxido de carbono, potasio y otros material
orgánicos. La presión gravtiacional que ejercer las lunas hermanas de Encelado
hacen que se mantenga caliente, conn depósitos de agua líquida y voclanes
haciendo erupción.
Hace una semana los científicos que llevan el proyecto
Cassini descubrieron enormes fisuras en las regiones calientes de los polos que
sugieren que debe de haber un gigantesco océano en Encélado, quizás incluso un
océano global, algo que comparte con Europa, la luna de Júpiter.
El preciso equilibrio gravitacional en el que se
encuentra Encelado en el arco interior de los anillos de Saturno y esta
composición de elementos orgánicos en un océano que podría ser un caldo de
cultivo, alzan la posibilidad de que vida extraterrestre exista en nuestro
sistema solar: es posible que el luminoso mar blanco de esta luna esté repleta
de microorganismos y quizás, apelando más a la ciencia ficción, pueda haber una
especie de conciencia global océanica organizada en una red de cristales con
sus respectivos saltos evolutivos.
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