Sea quien sea el nuevo sucesor de San Pedro al frente de
la Iglesia, lo que está claro es que tendrá que elegir un nuevo nombre una vez
resulte elegido nuevo pontífice. ¿A qué se debe esta tradición?
El cambio de nombre tiene una explicación teológica
fundamentada en la Biblia, pues Dios siempre cambiaba de nombre a aquellas
personas a quienes encomendaba una misión determinada, como por ejemplo Abraham
o, sin ir más lejos, San Pedro, cuyo original era Simón. Es por ello por lo que
se entiende que el sumo pontífice modifique su nombre una vez asume la misión
de convertirse en la cabeza visible de la Iglesia. La elección del nombre por
parte del santo padre puede estar motivada por varios aspectos, como por
ejemplo honrar a alguno de sus predecesores, caso de Juan Pablo II (en honor a
Juan Pablo I) o Benedicto XVI.
Los nombres más usados por los Papas han sido Juan,
Gregorio, Benedicto, Clemente, León, Inocencio, Pío, Esteban, Urbano,
Alejandro, Adriano, Pablo, Sixto, Martín, Nicolás, Celestino, Anastasio y
Honorio.
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