La madrugada del viernes, Jeff Bush, un hombre de 37 años
que descansaba en su casa de Florida, fue tragado por un agujero que se abrió
en la tierra bajo su habitación. Por el momento, el cuerpo ni siquiera ha
aparecido. El caso parece extraordinario, especialmente porque ha tenido una
consecuencia trágica, la pérdida de una vida humana, pero en realidad se trata
de un fenómeno geológico más corriente de lo que imaginamos.
Estos hundimientos súbitos se producen en terrenos
kársticos, que se caracterizan por ser, básicamente, un queso gruyer. En la
superficie existen dolinas, un tipo especial de depresión geológica que se
sustenta en una delgada capa de uno a tres metros y bajo ella, un entramado de
cuevas.
«Las dolinas de hundimiento son muy frecuentes en
Florida, donde el suelo es un sustrato calcario», explica Juanjo Durán, director
de Investigación y Prospectiva Geocientíficas del Instituto Geológico y Minero
de España (IGME). «Ocurren por cambios en el terreno provocados por diferentes
causas, como la fuga de una tubería (el agua arrastra los materiales finos del
suelo), movimientos del nivel del agua, pequeñas sacudidas sísmicas e incluso
el paso de un gran camión», apunta el científico.
Estos agujeros pueden ser muy grandes y alcanzar los 200
metros de diámetro. «El de Florida es pequeño, lo raro es que se haya producido
dentro de una casa», dice Durán. «Un colapso de este tipo, tan brusco, ocurre
cada 5.000 años, generalmente suelen anunciarse con señales como grietas, zonas
que se van hundiendo, indicios de desestabilidad...», añade Guillermina Garzón,
profesora de Geomorfología de la Universidad Complutense. Ante estas señales,
los ingenieros pueden intervenir con una inyección de hormigón o la actuación
adecuada antes de que se produzca el hundimiento. «Los fenómenos de la
naturaleza se suelen esperar, lo difícil es saber dónde y con qué intensidad
exactamente».
En España se conocen bastantes casos, aunque sin
consecuencias tan trágicas, tan solo algunos edificios y construcciones
afectadas. Por ejemplo, no son raras las dolinas de hundimiento en zonas
urbanas del País Vasco, Cantabria o Cataluña. Y también se han registrado en
Cáceres capital, las Tablas de Daimiel o Calatayud en Zaragoza.
70 metros de profundidad
Pero, ¿dónde está el cuerpo del vecino de Florida? ¿Por qué no ha aparecido? Aunque parezca que no puede estar en otra parte que unos metros más abajo de su propia casa, esto no es tan sencillo. «Lo habitual es que estos agujeros tengan de 15 a 30 metros de profundidad, aunque algunos pueden llegar al kilómetro», advierte el geólogo. En España, el más profundo que se haya registrado jamás, según recuerda el investigador, es el de la Sima de Pedreguer, en Alicante, que se hundió de súbito en medio de un naranjal y alcanzó los 70 metros de profundidad.
Pero la cuestión más importante no es la profundidad,
sino que hay todo un mundo ahí abajo.
«Cuando se hunde el terreno, la capa
superficial se cae y los escombros y la tierra se mezclan en una amalgama. Es
fácil que existan corrientes subterráneas de agua que hayan podido arrastrar
todo lo que se hayan encontrado», afirma. El cuerpo de Bush puede haber sido
desplazado.
Parece absurdo construir una casa en un terreno tan
delicado, pero «en Florida no tienen dónde elegir, el sustrato carbonatado
forma buena parte de su territorio», indica el experto.
«En Europa, donde las ciudades
son más antiguas, los sitios de hundimiento ya han sido descartados». Eso sí, a
no ser que sea un terreno sospechoso, los estudios que se realizan antes de la
construcción no incluyen este tipo de fenómenos.
El agujero de Florida incluso se ha ensanchado
peligrosamente, por lo que los técnicos han derribado la casa y «estudian si ha
sido algo puntual o si se trata de otro proceso más grande, una pérdida de
soporte en toda la zona», precisa Garzón.
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