Cada año se registran cerca de
150.000 casos de una enfermedad cuyo impacto en los desiertos del suroeste de
EE.UU. es igual —según el doctor en enfermedades infecciosas John Galgiani—
"al impacto de la polio antes de [que se creara] la vacuna".
Esta enfermedad conocida
como la fiebre del valle (o cocci) ha sido hasta la actualidad poco
investigada. Se sabe que las personas se infectan al inhalar un hongo llamado
Coccidioides immitis que se encuentra en la tierra y en el polvo. Dos tercios
de los casos ocurren en Arizona, donde en 2012 fue la segunda enfermedad más
reportada.
Según un artículo publicado en
la revista 'The New Yorker', los casos se han multiplicado por diez entre 1998
y 2011, y lo más preocupante es que para "los casos más graves"
—afirma el boletín— "no hay cura". El hongo ataca los pulmones, pero
también puede afectar la piel, los huesos, el hígado, el cerebro, el corazón, así
como las membranas que protegen el cerebro y la médula espinal.
Una enfermedad que minimiza la
esperanza de vida
"Una paciente, una mujer
blanca de 26 años de edad que pescó la fiebre del valle hace cuatro años, contó
que la medicina le hacía vomitar sin parar. Estuvo paralizada temporalmente, ha
sido sometida a tres cirugías cerebrales y a 22 punciones lumbares", reza
parte de la publicación en 'The New Yorker', agregando que los médicos lamentan
que las esperanzas para salvar a la joven sean nulas.
Actividades como la
construcción pueden levantar las esporas del coccidioides immitis, que se
propaga fácilmente por los vientos del desierto de la región. Las esporas
también pueden trasladarse a lugares lejanos y pueden, incluso, ser un peligro
para las personas que reciben órganos donados ya infectados. La revista cuenta
que un hombre de Michigan, al otro lado de EE.UU., cayó enfermo después de
comprar un coche usado en Phoenix.
"El impacto de la fiebre
del valle en las poblaciones endémicas es igual a la repercusión de la polio o
la varicela antes de las vacunas", señaló John Galgiani, un experto en enfermedades infecciosas
que dirige el Centro de la Fiebre del Valle en la Universidad de Arizona.
A pesar de que la fiebre del
valle es una enfermedad fácil de contraer y puede ser muy grave,
incluso mortal, hay poca financiación para su investigación. Y es que analizar
las esporas en un laboratorio también plantea un peligro importante: un grupo
de estudiantes de obstetricia padece la fiebre del valle a pesar de que su aula
se encontraba dos pisos más arriba del laboratorio donde estudiaban el hongo.
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