Aparentar
popularidad. Básicamente, de eso se trata. Lo hacen las marcas y los
profesionales: quieren incrementar su número de seguidores en Twitter y
convertir a sus fans de Facebook en legión.
En la Red, encontrar atajos para esta misión no resulta complicado ni caro. Por 29 dólares se puede comprar 1.000 seguidores en un abrir y cerrar de ojos.
“Comprar seguidores de Twitter ayuda a que miles de personas estén informadas acerca de tu producto o servicio en tiempo real”, reza el texto promocional de una de las múltiples empresas que ofrecen este servicio. La compra de seguidores es un fenómeno subterráneo del que se habla poco, pero que va a más.
Las marcas llevan tiempo obsesionadas con su presencia en las redes sociales. Suelen recurrir a empresas de mercadotecnia externas para que les fortalezcan este aspecto. Pero la naturaleza del crecimiento de seguidores en las redes es lenta —señala Marcos Morales, de marketing digital— y las empresas quieren resultados rápidos. Algunas agencias poco amantes de las buenas prácticas para cumplir con un cliente, pueden caer en la tentación de tomar algún tipo de atajo.
Fue a finales de 2010 cuando una marca de bebidas, insatisfecha con su cuenta de Facebook, consiguió multiplicar por 10 su popularidad en menos de un mes: el número de fans de la marca empezó a experimentar crecimientos espectaculares: 8.000 personas en un día, 10.000 más al siguiente, 22.000 más un día más tarde, 40.000 más al cuarto. Los expertos coinciden en diagnosticar que esos resultados sólo se podrían explicar con la compra de fans.
Esta práctica fraudulenta no es patrimonio de las marcas. “También recurren a esto los profesionales: abogados y médicos”, señala Marcos Blanco, director de la agencia de marketing digital Gestazion.
La oferta se ha ido refinando con el paso del tiempo. Ahora las empresas ofrecen seguidores con foto y biografías más trabajadas. Incluso, se ofrecen seguidores de zonas geográficas concretas o que hablan un idioma en particular.
Como señalan todos los directores de agencias digitales consultados, lo importante no es el número de seguidores, sino la calidad de estos, su nivel de compromiso con la marca, de participación en las acciones y en la conversación. ¿De qué sirve tener miles de perfiles falsos a los que no se puede recomendar nada, que no responden a ninguna acción? A pesar de todo, la presión de las marcas sobre las agencias en ocasiones es tan fuerte, que algunos optan por la vía fácil.
En la Red, encontrar atajos para esta misión no resulta complicado ni caro. Por 29 dólares se puede comprar 1.000 seguidores en un abrir y cerrar de ojos.
“Comprar seguidores de Twitter ayuda a que miles de personas estén informadas acerca de tu producto o servicio en tiempo real”, reza el texto promocional de una de las múltiples empresas que ofrecen este servicio. La compra de seguidores es un fenómeno subterráneo del que se habla poco, pero que va a más.
Las marcas llevan tiempo obsesionadas con su presencia en las redes sociales. Suelen recurrir a empresas de mercadotecnia externas para que les fortalezcan este aspecto. Pero la naturaleza del crecimiento de seguidores en las redes es lenta —señala Marcos Morales, de marketing digital— y las empresas quieren resultados rápidos. Algunas agencias poco amantes de las buenas prácticas para cumplir con un cliente, pueden caer en la tentación de tomar algún tipo de atajo.
Fue a finales de 2010 cuando una marca de bebidas, insatisfecha con su cuenta de Facebook, consiguió multiplicar por 10 su popularidad en menos de un mes: el número de fans de la marca empezó a experimentar crecimientos espectaculares: 8.000 personas en un día, 10.000 más al siguiente, 22.000 más un día más tarde, 40.000 más al cuarto. Los expertos coinciden en diagnosticar que esos resultados sólo se podrían explicar con la compra de fans.
Esta práctica fraudulenta no es patrimonio de las marcas. “También recurren a esto los profesionales: abogados y médicos”, señala Marcos Blanco, director de la agencia de marketing digital Gestazion.
La oferta se ha ido refinando con el paso del tiempo. Ahora las empresas ofrecen seguidores con foto y biografías más trabajadas. Incluso, se ofrecen seguidores de zonas geográficas concretas o que hablan un idioma en particular.
Como señalan todos los directores de agencias digitales consultados, lo importante no es el número de seguidores, sino la calidad de estos, su nivel de compromiso con la marca, de participación en las acciones y en la conversación. ¿De qué sirve tener miles de perfiles falsos a los que no se puede recomendar nada, que no responden a ninguna acción? A pesar de todo, la presión de las marcas sobre las agencias en ocasiones es tan fuerte, que algunos optan por la vía fácil.
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