Sin bastón, pero con aspecto más delgado, Benedicto XVI
ha reanudado ayer las audiencias generales en el Vaticano, donde explicó a más de
siete mil peregrinos el sentido de la oración comunitaria de los primeros
cristianos recogida en el libro de la Revelación, más conocido por su título
original griego de Apocalipsis («levantar el velo»).
El Papa comenzó reconociendo que «es un libro difícil»,
pero aseguró que «contiene una gran riqueza» pues «nos pone en contacto con la
oración viva y palpitante de la primera asamblea cristiana reunida "en el
día del Señor"». Se trata de un diálogo entre el lector del mensaje de
Juan y la asamblea, que interviene para completar una plegaria de escucha, de
adoración y de acción de gracias, en contraste, según el Papa, «con nuestras
oraciones, que frecuentemente son solo de petición».
Benedicto XVI fue explicando las tres fases que componen
el encuentro litúrgico y también el sentido de cada uno de los principales
símbolos, dando las claves para entender un texto que, sin ellas, resulta
incomprensible y casi irracional.
Al término del encuentro, el Papa saludó especialmente a
los peregrinos de Santander y felicitó a varios miles de jóvenes que han
participado en el festival Genfest 2012 de Budapest, organizado por el
movimiento de los Focolares, por haberse «tomado a pecho la llamada de Cristo a
construir la unidad en la familia humana estableciendo puentes con valentía».
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