Más de 15 años después de la oveja Dolly, el primer
mamífero clonado del planeta, científicos del Instituto AgResearch de Nueva
Zelanda han creado genéticamente a la vaca Daisy, que nació sin cola, para
conseguir leche antialérgica. Y lo que han obtenido es un animal probeta,
resultado de un largo proceso de trabajos con cultivos celulares y ratones
clonados, que produce una leche que contiene muy poca cantidad de la
beta-lactoglobulina (BLG), principal causante de las alergias en niños.
Según han explicado los autores de esta investigación,
publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el proceso
llevado a cabo se denomina interferencia de ARN y reduce la actividad de
cientos de genes sin eliminarlos completamente. En este sentido, los expertos
indican que se puede utilizar para controlar otras características en el
ganado.
Los investigadores apuntan que muchas madres, por decisión
propia o por problemas que les impiden amamantar a sus bebés, recurren a la
leche de vaca para alimentar a sus hijos, lo que puede causar reacciones
alérgicas hasta en el 3% de los niños en su primer año de vida, según señala el
autor principal del trabajo, Anower Jabed. Ante esta situación, el equipo
dirigido por Jabed ha modificado genéticamente una vaca hasta conseguir una
reducción del 96% de la proteína BLG.
Además, la leche de Daisy contiene una gran cantidad de
caseínas, otras proteínas que están presentes en la leche vacuna, lo que la
convierte en más nutritiva que la producida por el vacuno común. Los
laboratorios aún analizan el producto para corroborar sus características
hipoalérgenas, y habrán de pasar muchos años antes de llegar a la producción
industrial y la comercialización de este producto en Nueva Zelanda, un país
conocido por su estricta regulación en seguridad alimenticia. Los
investigadores también se preguntan si el hecho de que la vaca naciera sin cola
se debe a una enfermedad congénita o a la manipulación genética.
Hasta ahora, la industria láctea ha reducido el potencial
alérgico de la leche mediante procesos químicos que, según señala este estudio,
"son más caros" y "pueden dejar en la leche un sabor
amargo". También existen otras técnicas de manipulación de genes, llamada
recombinación homóloga, que elimina la proteína BLG, en vez de reducirla como
hace esta nueva técnica. Los investigadores indican que "este sistema no
está dando buenos resultados".
El profesor de biotecnología de la Universidad de
Edimburgo, Bruce Whitelaw, opina que esta investigación "es un buen
ejemplo de cómo las modificaciones genéticas pueden utilizarse para
proporcionar estrategias alternativas para el proceso de fabricación
actual". Cree que, además de acentuar o reducir las características
determinadas genéticamente en animales de granja, esta técnica también podría
utilizarse para mejorar la defensa contra las infecciones.
Pero no todos ven con buenos ojos al animal probeta.
Steffan Browning, legislador del Partido Verde neozelandés, considera que la
investigación pone en peligro la gran reputación que tiene su país como
productor de alimentos ecológicos, que generan 828 millones de dólares anuales
(640 millones de euros), principalmente gracias a sus exportaciones.
A las objeciones de los ecologistas se unen las de GE
Free New Zealand, organización que se opone por opinar que el experimento
elimina una proteína necesaria para el desarrollo de la vaca y de los humanos y,
además, supone un acto de crueldad contra los animales. El grupo subraya que
AgResearch intentó durante más de 12 años clonar una vaca a costa de la muerte
de cientos de embriones, lo que le obligó a suspender este programa debido a
que solo un 10% de los animales sobrevivían a sus pruebas.
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