La principal meta de la conferencia de la ONU sobre
cambio climático, que se abre el lunes en Doha, con la participación de unos
190 países, es la renovación del primer período de compromiso del Protocolo de
Kioto, que expira el 31 de diciembre.
A continuación explicamos algunos elementos para
comprender el único instrumento jurídico internacional que impone a los países
ricos reducciones obligatorias de sus emisiones de gases de efecto invernadero.
¿QUÉ ES?
El Protocolo de Kioto es el logro principal de la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el foro
establecido en la Cumbre de Río en 1992.
Este tratado internacional -el único que establece
objetivos sometidos a la ley para controlar gases invernadero- ha sido
ratificado por 192 países además de la Unión Europea (UE).
Estados Unidos firmó el acuerdo pero se niega a
ratificarlo.
Bajo obligación, 37 economías industrializadas
(denominadas países del "Anexo 1") se comprometieron a reducir las
emisiones totales de los seis gases principales -dióxido de carbono (CO2),
metano (CH4), óxido de nitrógeno (N20) y tres fluoruros (HFC, PFC, SF6)- en al
menos 5% para 2012, en comparación a 1990.
Los países en vías de desarrollo (categoría "Anexo
2") no quedaron vinculados a un compromiso cifrado de reducción de gases,
limitándose a un llamamiento general a acabar con la contaminación, bajo el
principio de que son los países ricos los responsables, históricamente, del
calentamiento global.
¿CÓMO FUNCIONA ESTE ACUERDO?
Las 37 economías industrializadas del Anexo 1 pueden
cumplir sus objetivos de la manera que les convenga, incluso mediante el
intercambio de carbono.
El Protocolo también posee dos instrumentos únicos y
propios, conocidos como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y la
Implementación Conjunta.
Al invertir en proyectos de tecnología limpia en
economías en desarrollo o en el ex bloque soviético, las economías avanzadas
obtienen créditos de carbono que pueden vender, o ser compensadas por sus
cuotas de emisiones.
Países que no llegan a cumplir sus objetivos de emisiones
deben compensar por la diferencia, además de que se les asigna una penalidad de
30%, en cualquier segundo periodo de compromiso.
En 2009, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por
países del Anexo 2 estaban 6,5% por debajo de su nivel en 1990, de acuerdo a la
Agencia Internacional de Energía (AIE). Pero esta cantidad oculta grandes
diferencias dentro del grupo. Canadá en particular registra una emisión de
carbono mucho mayor que la de su objetivo.
HISTORIA ATRIBULADA DEL TRATADO
El Protocolo fue adoptado por la CMNUCC como parte de un
"marco" de 21 páginas firmado el 11 de diciembre de 1997, después de
30 meses de negociaciones.
Siguieron varios años de discusiones debido a un muy
complejo reglamento, especialmente el conteo de áreas forestales como esponjas
de carbono, que pueden ser contrapuestas a emisiones nacionales, lo que muchos
ecologistas consideran una escapatoria, una excusa.
En marzo de 2011, el Protocolo fue casi destrozado cuando
el entonces presidente norteamericano George W. Bush abandonó el pacto al llamarlo
injusto y demasiado costoso para la economía estadounidense. Aun así, el
acuerdo sobrevivió gracias al apoyo de la Unión Europea.
La reticente ratificación de Rusia retrasó la
implementación, la cual finalmente se produjo el 16 de febrero de 2005.
FUTURO INCIERTO
La reunión de Doha aspira a aprobar un segundo periodo de
compromiso de este Protocolo, a partir de 2013.
La prolongación del Protocolo fue decidida durante la
última conferencia de la ONU sobre el clima, en el 2011 en Durban (Sudáfrica),
tras la expiración del primer periodo de compromiso.
En Doha, el debate se centrará sobre la cuestión
fundamental y espinosa de "la igualdad", es decir, la repartición de
los esfuerzos entre países del norte y sur para frenar el calentamiento.
Estos últimos insisten sobre la "responsabilidad
histórica" de los primeros en el calentamiento del planeta, y en el hecho
que ellos tiene, a su vez, "derecho al desarrollo".
A los países en desarrollo les conviene Kioto por sus
cláusulas estrictas de conformidad y verificación, además de las
"diferenciadas" distribuciones de cargas entre los países
industrializados y los pobres.
Pero en los países ricos, el apoyo a Kioto se ha agotado
después de la tempestuosa Cumbre de Copenhagen en diciembre de 2009, la cual
estableció compromisos voluntarios con el fin de limitar el calentamiento del
planeta a 2°C.
Muchos críticos dicen que el tratado de Kioto es
anticuado, y que es injusto, porque no impone control de emisiones a China y
Estados Unidos, quienes juntos representan el 41% de las emisiones mundiales de
CO2. Brasil, India e Indonesia, grandes emisores en desarrollo, tampoco los
tienen.
Según cifras de la ONU, los países en desarrollo
representan 54% de emisiones de CO2, responsables del calentamiento de la
superficie de la tierra, y Estados Unidos el 18%. Los países de Kioto de
categoría Anexo 1 representan sólo 25%.
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