jueves, 12 de abril de 2012

EL TELESCOPIO MÁS MODERNO DEL MUNDO CAPTA TORMENTAS DE ARENA ESPACIAL

El telescopio VLT, que hoy en día es el instrumento óptico más avanzado del mundo, ha permitido a un grupo de astrónomos observar tormentas de arena en el espacio.
Un equipo del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile, liderado por el astrónomo Barnaby Norris, de la Universidad de Sídney, hizo el descubrimiento mientras estudiaba el proceso de extinción de las estrellas gigantes rojas.
Según el equipo de astrónomos, entre ellos algunos británicos, este tipo de estrellas se descompone en medio de fuertes rachas de viento 100 millones de veces más potentes que el viento solar, con granos de silicio similares a una tormenta de arena que duran unos 10.000 años y que reducen su masa a más de la mitad, según un artículo publicado este miércoles en la revista Nature.
Los expertos creen que nuestro Sol comenzará a expulsar estos gases dentro de unos cinco mil millones de años.

Más grandes de lo pensado

Ahora el telescopio VLT, situado en el desierto chileno de Atacama, ha permitido a este equipo de científicos observar que los granos de silicio son mucho más grandes de lo que se creía, por lo que en vez de absorber la luz de la estrella la reflejan como si fueran espejos.
De esta manera, estas partículas se mantienen a temperaturas frías hasta que son impulsadas por la luz de las estrellas hacia el exterior sin ser destruidas, a velocidades de 20.000 millas por hora (32.200 kilómetros por hora) creando un efecto similar al de una tormenta de arena.
El hallazgo permite entender por primera vez cómo funcionan estos 'supervientos' y cómo mueren las estrellas, dijo el profesor Albert Zijlstra de la Universidad británica de Manchester, uno de los miembros del grupo de investigación. "Los granos de arena se convertirán en los bloques de los planetas".
El Very Large Telescope (telescopio muy grande) cuenta en realidad con cuatro telescopios fijos de 8,2 metros de diámetro y otros cuatro auxiliares móviles de 1,8 metros. Los científicos pudieron observar el viento de gas y polvo procedente de las gigantes rojas gracias a una resolución tan elevada que hubiera permitido distinguir desde el Reino Unido los faros de un automóvil en Australia.

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