Dos tecnologías revolucionarias en el campo de la salud humana
han sido galardonadas con un diploma de la Organización Neerlandesa de
Inventores como una “nueva época en la medicina”. Pertenecen a un mismo
científico ruso, Eduard Lerner, cuyos hallazgos la agrupación los
compara con la invención de la penicilina y estreptomicina. Como se
sabe, ambas medicinas salvaron la vida a miles de enfermos y heridos a
partir de los años 40 del siglo pasado.
En cuanto a los inventos de Lerner, no tienen análogos su dispositivo
diagnóstico ‘electroautonomógrafo’ y el método del suministro de
medicamentos directamente al cerebro humano, sin afectar a otros órganos del cuerpo.
El electroautonomógrafo, precisa el colectivo holandés, facilita
revelar las enfermedades de distintos órganos o sistemas del organismo
en una fase temprana, cuando otros métodos diagnósticos todavía no son
capaces de determinar el problema. Su funcionamiento se basa en los
impulsos del sistema neurovegetativo. El aparato ha sido probado con
éxito en varios clínicos e institutos de medicina de EE. UU., Alemania,
Bélgica, Irlanda, Reino Unido, Países Bajos y otros.
El segundo invento apreciado por la asociación aumenta la eficacia del tratamiento de enfermedades como el Alzheimer,
Parkinson, hemorragia cerebral, encefalitis, meningitis, esclerosis
múltiple, esquizofrenia, las adicciones al alcohol, las drogas y el
juego y asimismo la depresión. Es un dispositivo simple, que el propio
enfermo puede usar en cualquier momento.
Con su ayuda el fármaco, por iones, llega al cerebro a través de la
cavidad nasal y un orificio de dos milímetros de diámetro. Lo propulsan
las corrientes continuas de tipo galvánico. El profesor Lerner califica
este método como ‘no invasor’. Ante todo, disminuye la dosis de la
sustancia medicinal en la sangre (en comparación con su suministro por el flujo sanguíneo) y minimiza sus efectos secundarios perjudiciales en todo el organismo.
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