La población mundial se ha
triplicado durante este siglo; el consumo de agua blanda se ha septuplicado.
Desde 1970, la cantidad de agua disponible por persona ha disminuido en un 40%
y dos de cada cinco habitantes del planeta padecen problemas de abastecimiento.
Europa no escapa a este fenómeno de escasez.
Una tercera parte del continente no alcanza el umbral de los 5.000 metros cúbicos anuales por habitante, no sólo en las regiones mediterráneas sino también en algunos países del norte, muy poblado e industrializado.
A escala europea, la industria consume el 54% del agua, la agricultura el 26% y los usos domésticos un 20%, pero dicha clasificación puede variar de forma sensible entre países. La presión ejercida por una demanda creciente de agua provoca una sobreexplotación de las reservas locales en numerosas regiones. Por otra parte, veinte países europeos dependen en más de un 10% del agua procedente de ríos de Estados vecinos. Dicha dependencia alcanza un 75% en el caso de los Países Bajos y de Luxemburgo.
Escasez a escala planetaria Las cantidades extraídas por el hombre no pueden pasar por alto las limitaciones impuestas por el ciclo natural del agua, algo que no sucede en absoluto. La sobreexplotación podría comportar la desecación de las zonas húmedas, el agotamiento de las capas freáticas, su salinización en las zonas costeras, e incluso la desertización de determinadas regiones.
Dado que se trata de un problema común, la gestión del agua se ha convertido desde hace varios años en una política importante de la Unión Europea. Por constituir un problema complejo, supone una movilización de esfuerzos de investigación comunes.
Las pistas son varias: control y optimización de los usos, tecnologías de depuración, consideración de los cambios institucionales y culturales, aplicación de los programas de utilización y de protección de los recursos, valoración de soluciones poco o nada explotadas como la recuperación del agua de lluvia y de escorrentía, técnicas de desalinización, etc.
- Dichos esfuerzos son tanto más necesarios cuanto que las predicciones de cambios climáticos amenazan con destacados trastornos hidrológicos, que pueden comportar inundaciones, sequías, alteraciones de numerosos ecosistemas y amenazas a los recursos y la calidad hidrológicos.
LOS CIENTÍFICOS DICEN QUE EL AGUA DULCE ES LIMITADA
Los científicos están de acuerdo en que el agua dulce se ha convertido en un bien limitado, como el petróleo. La naturaleza es capaz de generarlo, pero el hombre lo consume con mayor rapidez.
El profesor de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad Católica San Vicente Mártir, Javier Alcántara, asegura que las grandes reservas de agua dulce, los glaciares, se están fundiendo, un recurso que se pierde en los océanos. “Se están derritiendo a velocidades espectaculares”.
La escasez de agua dulce se va a intensificar, según los expertos, en los próximos años, por lo que “las disputas por gestionar este preciado bien se van a recrudecer”. Sin embargo, las tensiones, según Alcántara, tienen un “componente político importante”.
Alcántara advirtió de que, sin querer ser alarmista, la escasez del recurso hídrico va a ser “el principal problema que tendrá que afrontar la sociedad española en las próximas décadas”.
Pautas para el uso racional y no contaminante del agua
El agua es un elemento vital para los seres vivos, pero los humanos no sólo la necesitan para sus necesidades de bebida e higiene. Sus rutinas domésticas dependen en buena medida de la provisión de agua; sin ella surgirían más problemas sanitarios y por ende mayor número de enfermedades, las fábricas se detendrían, y la agricultura se vería seriamente comprometida.
La necesidad de comprender estos temas y ajustarnos a la disponibilidad de este líquido elemento nos lleva a plantear algunas sencillas estrategias:
Hervir el agua entre uno y cinco minutos es un método muy simple para purificarla. Por este sistema desaparecen los microbios y bacterias, pero se puede concentrar la materia inorgánica. Otra opción consiste en agregar una o dos gotas de lavandina o cloro por cada litro de agua a beber. Cumplen la misma función algunas gotas de yodo. No olvide dejarla descansar una hora antes de utilizarla.
Evitar el consumo de agua innecesario. Al lavar los platos o cepillarnos los dientes dejando correr el agua durante todo el tiempo, puede ocasionarse un gasto muy importante de la misma. Una canilla abierta deja en promedio entre 12 y 22 litros de agua en el desagüe por minuto. Asimismo deberíamos usar la menor cantidad de agua para lavar la vereda o el auto. No nos olvidemos que estamos empleando agua que ha sido sometida a un proceso de potabilización. Si se usaran escobas, en lugar de mangueras para limpiar las veredas se ahorrarían cientos de litros de agua potable.
Si tiene jardín, riegue cuando la demanda de agua es menor. Si existen, respete los horarios de riego. Si es necesario emplee agua de bombeo para evitar consumir aguas tratadas. De esta manera regará con agua más barata.
En el invierno, no deje abierta las canillas para que no se escarchen los caños, ya que la pérdida de agua es importantísima, provocando además planchones de hielo peligrosos para los transeúntes.
Ducharse en vez de bañarse. La ducha consume menos de una cuarta parte del agua que se gasta en llenar la bañadera (sin contar con la energía que requiere su calentamiento). En una ducha de cinco minutos se gastan 100 litros de agua. En un baño de inmersión el doble.
Poner en marcha lavarropas y lavavajillas sólo cuando tengan la carga completa. Prescindir del prelavado y dar preferencia a los ciclos cortos. La tendencia en el diseño de artefactos electrodomésticos modernos es que ya lleven incorporados dispositivos de ahorro de agua y electricidad.
Reparar las canillas que gotean y los depósitos que no cierren bien. Aunque parezca mentira, una gota por segundo se convierte en 30 litros al día. Una canilla mal cerrada o con una pérdida pequeña que llene un pocillo de café en 10 minutos, va a representar en un año 11.350 litros de agua tratada que se irá por las cañerías. Si el que está descompuesto es su inodoro, es probable que se derrochen 83.300 litros de agua por año.
No contaminemos el agua. Evitemos el uso excesivo de agroquímicos y fertilizantes en el jardín. De esta manera no fomentaremos más contaminación. Evitemos también tirar por las cañerías los aceites de las frituras.
No hagamos un aporte a las inundaciones barriendo la basura de las veredas a la calle. En lo posible, tratemos de tirarla junto con otros residuos en los puntos de recolección de los mismos y evitaremos así que las bocas de tormenta se tapen.
Una tercera parte del continente no alcanza el umbral de los 5.000 metros cúbicos anuales por habitante, no sólo en las regiones mediterráneas sino también en algunos países del norte, muy poblado e industrializado.
A escala europea, la industria consume el 54% del agua, la agricultura el 26% y los usos domésticos un 20%, pero dicha clasificación puede variar de forma sensible entre países. La presión ejercida por una demanda creciente de agua provoca una sobreexplotación de las reservas locales en numerosas regiones. Por otra parte, veinte países europeos dependen en más de un 10% del agua procedente de ríos de Estados vecinos. Dicha dependencia alcanza un 75% en el caso de los Países Bajos y de Luxemburgo.
Escasez a escala planetaria Las cantidades extraídas por el hombre no pueden pasar por alto las limitaciones impuestas por el ciclo natural del agua, algo que no sucede en absoluto. La sobreexplotación podría comportar la desecación de las zonas húmedas, el agotamiento de las capas freáticas, su salinización en las zonas costeras, e incluso la desertización de determinadas regiones.
Dado que se trata de un problema común, la gestión del agua se ha convertido desde hace varios años en una política importante de la Unión Europea. Por constituir un problema complejo, supone una movilización de esfuerzos de investigación comunes.
Las pistas son varias: control y optimización de los usos, tecnologías de depuración, consideración de los cambios institucionales y culturales, aplicación de los programas de utilización y de protección de los recursos, valoración de soluciones poco o nada explotadas como la recuperación del agua de lluvia y de escorrentía, técnicas de desalinización, etc.
- Dichos esfuerzos son tanto más necesarios cuanto que las predicciones de cambios climáticos amenazan con destacados trastornos hidrológicos, que pueden comportar inundaciones, sequías, alteraciones de numerosos ecosistemas y amenazas a los recursos y la calidad hidrológicos.
LOS CIENTÍFICOS DICEN QUE EL AGUA DULCE ES LIMITADA
Los científicos están de acuerdo en que el agua dulce se ha convertido en un bien limitado, como el petróleo. La naturaleza es capaz de generarlo, pero el hombre lo consume con mayor rapidez.
El profesor de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad Católica San Vicente Mártir, Javier Alcántara, asegura que las grandes reservas de agua dulce, los glaciares, se están fundiendo, un recurso que se pierde en los océanos. “Se están derritiendo a velocidades espectaculares”.
La escasez de agua dulce se va a intensificar, según los expertos, en los próximos años, por lo que “las disputas por gestionar este preciado bien se van a recrudecer”. Sin embargo, las tensiones, según Alcántara, tienen un “componente político importante”.
Alcántara advirtió de que, sin querer ser alarmista, la escasez del recurso hídrico va a ser “el principal problema que tendrá que afrontar la sociedad española en las próximas décadas”.
Pautas para el uso racional y no contaminante del agua
El agua es un elemento vital para los seres vivos, pero los humanos no sólo la necesitan para sus necesidades de bebida e higiene. Sus rutinas domésticas dependen en buena medida de la provisión de agua; sin ella surgirían más problemas sanitarios y por ende mayor número de enfermedades, las fábricas se detendrían, y la agricultura se vería seriamente comprometida.
La necesidad de comprender estos temas y ajustarnos a la disponibilidad de este líquido elemento nos lleva a plantear algunas sencillas estrategias:
Hervir el agua entre uno y cinco minutos es un método muy simple para purificarla. Por este sistema desaparecen los microbios y bacterias, pero se puede concentrar la materia inorgánica. Otra opción consiste en agregar una o dos gotas de lavandina o cloro por cada litro de agua a beber. Cumplen la misma función algunas gotas de yodo. No olvide dejarla descansar una hora antes de utilizarla.
Evitar el consumo de agua innecesario. Al lavar los platos o cepillarnos los dientes dejando correr el agua durante todo el tiempo, puede ocasionarse un gasto muy importante de la misma. Una canilla abierta deja en promedio entre 12 y 22 litros de agua en el desagüe por minuto. Asimismo deberíamos usar la menor cantidad de agua para lavar la vereda o el auto. No nos olvidemos que estamos empleando agua que ha sido sometida a un proceso de potabilización. Si se usaran escobas, en lugar de mangueras para limpiar las veredas se ahorrarían cientos de litros de agua potable.
Si tiene jardín, riegue cuando la demanda de agua es menor. Si existen, respete los horarios de riego. Si es necesario emplee agua de bombeo para evitar consumir aguas tratadas. De esta manera regará con agua más barata.
En el invierno, no deje abierta las canillas para que no se escarchen los caños, ya que la pérdida de agua es importantísima, provocando además planchones de hielo peligrosos para los transeúntes.
Ducharse en vez de bañarse. La ducha consume menos de una cuarta parte del agua que se gasta en llenar la bañadera (sin contar con la energía que requiere su calentamiento). En una ducha de cinco minutos se gastan 100 litros de agua. En un baño de inmersión el doble.
Poner en marcha lavarropas y lavavajillas sólo cuando tengan la carga completa. Prescindir del prelavado y dar preferencia a los ciclos cortos. La tendencia en el diseño de artefactos electrodomésticos modernos es que ya lleven incorporados dispositivos de ahorro de agua y electricidad.
Reparar las canillas que gotean y los depósitos que no cierren bien. Aunque parezca mentira, una gota por segundo se convierte en 30 litros al día. Una canilla mal cerrada o con una pérdida pequeña que llene un pocillo de café en 10 minutos, va a representar en un año 11.350 litros de agua tratada que se irá por las cañerías. Si el que está descompuesto es su inodoro, es probable que se derrochen 83.300 litros de agua por año.
No contaminemos el agua. Evitemos el uso excesivo de agroquímicos y fertilizantes en el jardín. De esta manera no fomentaremos más contaminación. Evitemos también tirar por las cañerías los aceites de las frituras.
No hagamos un aporte a las inundaciones barriendo la basura de las veredas a la calle. En lo posible, tratemos de tirarla junto con otros residuos en los puntos de recolección de los mismos y evitaremos así que las bocas de tormenta se tapen.
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