jueves, 30 de agosto de 2012

DESESPERADO POR FALTA DE EMPLEO, UN MINERO ITALIANO SE CORTÓ LAS VENAS EN LA TELEVISIÓN


Stefano Meletti, con 400 compañeros, protestaban por el cierre de su fuente de trabajo. Con su acto se transformó en el símbolo de la desesperación por la crisis italiana.


"¿Es esto lo que tenemos qué hacer? ¿Nos tenemos que cortar?", grita uno de los líderes mineros de la protesta, mientras se autolesiona delante de los periodistas.


Stefano Meletti, obrero minero con el casco amarillo y la lámpara torcida y la voz destemplada, se convirtió ayer en el símbolo de la desesperación social de los trabajadores italianos, al cortarse las venas de un brazo ante las cámaras de televisión, causando una profunda conmoción en los italianos.

"Si alguno ha decidido matar a las familias de los mineros, entonces lo hacemos nosotros", dijo pasándose por la muñeca y el brazo derechos la afilada "leppa", el cuchillo sardo.

Meletti es uno de los protagonistas de la resistencia a ultranza de 400 mineros que se niegan a ser como los osos panda una raza en extinción, después que en una década han cerrado todas las minas de carbón menos una y 7000 obreros han perdido su trabajo para siempre. La región de Cerdeña, propietaria de la mina, anunció el cierre para fin de año y los trabajadores decidieron bajar a ultranza a las entrañas de las galerías.

"¿Qué haces?", le gritaron dos compañeros que estaban al lado de Meletti y que le impidieron siguiera autolesionándose. Lo tiraron al suelo, le detuvieron la hemorragia con un lazo hemostático improvisado, lo subieron en un ascensor los casi 400 metros que los separaban de la entrada de la mina y lo enviaron en una ambulancia a un hospital de Iglesias.

Allí le cosieron ocho puntos y lo dieron de alta. Pudo abrazar a su mujer y dos hijos, más desesperados que él. Stefano Meletti tiene 48 años, la mitad de los cuales los ha pasado bajando a las galerías de carbón en uno de los oficios más sacrificados y peligrosos del mundo.

"Pero esta es nuestra vida, nuestra identidad, nuestra dignidad", explicó a los desconcertados periodistas que bajaron a las entrañas de la mina de Gonessa, en la provincia de Cagliari, el líder sindical minero Giancarlo Sau.

La conferencia de prensa duró 5 minutos y se realizó a 373 metros bajo tierra en la red de 30 kilómetros de galerías, a pocos metros de la "Reservetta", donde se encuentran amenazadoramente depositados casi 400 kilos de explosivos utilizados en la mina, junto con 122 explosivos.

La policía ha comenzado a hacerse presente ante el cariz que van tomando los acontecimientos. Hoy a la mañana la protesta hizo estallar cinco detonadores "para que vean como están las cosas", según dijeron algunos trabajadores muy enojados a los periodistas.
La crisis italiana se agrava continuamente y este año se mide en una recesión de más del 2%, cientos de fábricas que cierran, decenas de miles de comercios en quiebra, desocupados a granel y un promedio de 1-2 suicidios diarios de gente que perdió el trabajo o perdió la pequeña empresa.

Cerdeña es un símbolo especial de este desastre. El desarrollo forzado de la isla debido al cierre de las minas y a la crisis de la agricultura tradicional, llevó al Estado nacional y la región a anunciar la reconversión de las áreas de Carbonia e Iglesia.

Ahora los platos están rotos. También la gran fábrica Alcoa, multinacional norteamericana del aluminio, está a punto de cerrar la semana próxima, dejando sin empleo a 500 trabajadores y a miles que trabajan en las actividades indirectas. Hoy los trabajadores marcharon primero a bordo de una nave y después desde Civitavecchia, rumbo a Roma, a la sede del gobierno. 

"Dispuestos a todo", dijeron.

La bomba social, no es una sorpresa, amenaza convertir el otoño que llega en mucho más caliente que el verano de calores insoportables que aún persisten. Hace una semana, los obreros de Alcoa ocuparon el aeropuerto de Cagliari durante unas horas y se tiraron al agua para detener la nave que desde Cagliari llevaba a miles de turistas a Roma. El capitán del barco hizo tocar la sirena como solidaridad y los turistas aplaudieron a los trabajadores del aluminio en calzoncillos, que subían al muelle y agradecían en lágrimas.

Después que el presidente de La Repúbica, Giorgio Napolitano, envió un mensaje de comprensión y solidaridad a los mineros de la Carbosulcis, que entre paréntesis es propiedad de la región Cerdeña, el subsecretario para el Desarrollo Económico, Claudio De Vicent, dijo que "no está escrito que la minera deba cerrar el 31 de diciembre. Creemos que se puede llegar a una solución". Los trabajadores sardos, legendarios valientes y testarudos, exigen anuncios más concretos de las medidas que prometen Roma y el gobierno de Cagliari. 

Amenazan con distribuir los explosivos entre 400 mineros que sobreviven en la resistencia, "aunque sería una acción extrema".

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