Aunque el microorganismo habita en aguas cálidas de lagos
y estanques, se han registrado casos en los que la ameba se encontraba en el
agua corriente.
Un grupo de investigadores
confirma que una ameba procedente del agua del grifo causó una infección cerebral
mortal que acabó con la vida de al menos dos personas en EE.UU.
Dos personas murieron el año
pasado en el estado de Luisiana, en EE.UU., tras contraer una infección cerebral
rara, después de limpiar sus senos nasales con agua del grifo empleando la
denominada 'neti pot', una vasija que permite limpiar las mucosidades de la
nariz.
La infección, denominada meningoencefalitis
amebiana primaria, se produjo después de que el agua que contenía a la
ameba Naegleria fowleri penetrara en el cerebro a través de las fosas
nasales.
Las víctimas, una mujer de 51 años y un hombre de 28, residían en distintos puntos del estado. No obstante, ambos emplearon agua del grifo para la irrigación de sus senos nasales y fallecieron pocos días después.
Estos recipientes son generalmente seguros para la limpieza del exceso de mucosidad en la cavidad nasal, pero cuando en el agua hay presentes amebas, las infecciones se propagan rápidamente.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), la ameba penetra a través de las fosas nasales, sobre todo cuando la gente nada en lagos de agua dulce y estanques. Sin embargo, un reciente informe publicado por el doctor Jonathan Yoder, empleado en una división de los CDC, indica que en ambos casos, las víctimas murieron por el contacto con una ameba procedente del agua del grifo.
Los CDC aseguran que no se puede
contraer el microorganismo simplemente a través del agua potable e instan a
quienes utilizan sistemas de irrigación nasal a que o bien empleen agua
destilada o embotellada, o bien la hiervan durante al menos un minuto para
asegurarse de que no corren peligro. También recomiendan a quienes naden en lagos
de agua dulce que tomen medidas de precaución, ya sea mediante el uso de
tapones nasales, manteniendo la nariz tapada o evitando directamente sumergirse
por completo bajo el agua.
En las últimas décadas el número de infectados por esta ameba no ha sido elevado. De hecho, desde que se descubrió el microorganismo en Australia en la década de 1960, solamente se han registrado algunos centenares de casos en todo el mundo.
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