Una paternidad tardía aumenta el riesgo en los niños de
desarrollar problemas de autismo o esquizofrenia, según un estudio que
proporciona por primera vez explicaciones sobre el mecanismo que lo causa.
Según el estudio publicado por la revista científica
británica Nature, las mutaciones genéticas espontáneas (no heredadas de los
padres), algunas de las cuales están implicadas en estas enfermedades, aumentan
rápidamente con la edad del padre en el momento de la concepción.
Las mutaciones espontáneas son una de las principales
causas de la evolución de las especies, pero pueden también generar diversas
enfermedades.
Para evaluar la importancia de las mutaciones, la
investigadora islandesa Augustine Kong y sus colegas estudiaron el genoma de 78
niños con problemas de autismo y de esquizofrenia y también el de sus padres.
Descubrieron que la mayoría de las mutaciones espontáneas
que encontraron en los niños provenían del genoma transmitido por el padre y
que la edad del progenitor, en el momento de la procreación, desempeñaba un
papel primordial en su aumento.
Cada año adicional del padre en el momento de la
concepción se traduce por dos mutaciones espontáneas adicionales, es decir, un
índice de mutaciones paternas que aumenta un 4,28% por año.
Para resumir, explica Kari Stefansson, uno de los autores
del estudio, "un padre de 40 años transmite dos veces más mutaciones a su
hijo que un padre de 20 años", lo que puede ser "una cosa buena"
para la "diversidad", pero no cuando se trata de mutaciones que
acarrean enfermedades genéticas.
Estudios epidemiológicos ya habían establecido una
relación estadística entre la edad del padre en el momento de la concepción y
el riesgo de padecer autismo y esquizofrenia, mientras que otros estudios
relacionaron estas enfermedades a algunas mutaciones genéticas.
Stefansson consideró que una
"parte sustancial" de los nuevos casos de autismo diagnosticados
estos últimos años podría estar ligada a la edad de los padres en el momento de
la concepción que, tras haber disminuido hasta la década de los 70, volvió a
crecer después.
"Extraer el esperma de los hombres jóvenes y
congelarlo para poder utilizarlo más tarde podría ser una solución individual
prudente", añade, por su parte, en un comentario Alexey Kondrashov, de la
Universidad de Michingan.
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