El telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial
Europea (ESA) ha descubierto vapor de agua para llenar 2.000 veces los océanos
de la Tierra en una nube de gas y polvo que se está empezado a colapsar para
formar una nueva estrella del tamaño de nuestro Sol.
Las estrellas se forman en el seno de frías nubes
moleculares, los ‘núcleos pre-estelares’, que contienen todos los ingredientes
necesarios para crear sistemas planetarios como el nuestro.
Ya se había
descubierto agua fuera de nuestro Sistema Solar, cerca de las regiones donde se
están formando nuevas estrellas y en discos protoplanetarios. Estas moléculas
de agua se encontraban en forma de vapor o en estado sólido, unidas a las
partículas de polvo.
Sin embargo, esta es la primera vez que se detecta vapor
de agua en una nube molecular que está a punto de comenzar el proceso de
formación de una nueva estrella. Herschel realizó este descubrimiento al
estudiar un núcleo pre-estelar de la constelación de Tauro conocido como Lynds
1544.
El vapor detectado, suficiente como para llenar más de
2.000 veces los océanos de nuestro planeta, fue liberado de las partículas de
polvo congelado por la acción de los rayos cósmicos de alta energía que
atraviesan la nube. “Para generar tal cantidad de vapor, tiene que haber
suficiente agua congelada en la nube como para llenar tres millones de océanos
terrestres”, explica Paola Caselli, de la Universidad de Leeds, Reino Unido,
autora principal del artículo que presenta estos resultados en la publicación
Astrophysical Journal Letters.
“Antes de realizar este descubrimiento, pensábamos que no
se podría detectar vapor de agua en estas regiones, ya que la temperatura es
tan baja que todo el agua tendría que estar congelada”, apunta Caselli. Ahora
los científicos tienen que revisar su hipótesis sobre los procesos químicos que
se desarrollan en estas regiones de alta densidad y, en particular, "el
papel que juegan los rayos cósmicos para mantener una cierta cantidad de agua
en estado gaseoso”, dice.
¿Un nuevo Sistema Solar?
Las observaciones también desvelaron que las moléculas de
agua están fluyendo hacia el centro de la nube, lo que podría indicar que acaba
de comenzar su colapso gravitatorio tras el que, probablemente, se forme una
nueva estrella. “A día de hoy no existe ningún indicio de estrellas en el
interior de la nube, pero al estudiar las moléculas de agua descubrimos que
existe movimiento en la región, lo que podría indicar que la nube está
empezando a colapsar”, indica Caselli. “La nube contiene suficiente material
como para formar una estrella tan masiva como nuestro Sol, por lo que también
podría dar lugar a un sistema planetario similar al nuestro”.
Parte del vapor de agua detectado en L1544 se consumirá
durante la formación de la nueva estrella, pero el resto se incorporará al
disco que probablemente la termine rodeando, constituyendo una importante
reserva para los planetas que se podrían llegar a formar en él.
“Gracias a
Herschel somos capaces de seguir el ‘rastro del agua’ desde una nube molecular
en el medio interestelar, a través de todo el proceso de formación de las
estrellas, y hasta un planeta como la Tierra, en el que el agua es un
ingrediente indispensable para la vida”, explica Göran Pilbratt, científico del
proyecto Herschel para la ESA.
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