martes, 18 de diciembre de 2012

REGLAS PARA AFRONTAR EL PÁNICO Y LAS CRISIS DE ANGUSTIA


Cuando una persona siente miedo, experimenta la sensación de encontrarse ante un peligro amenazador de lo que al fin y al cabo, acaba siendo su propia vida.


Toda amenaza interna o externa termina constituyendo una fuente de ansiedad para la persona. Se puede tener miedo de todo en general, de nada en particular o de algo determinado y localizado. Sin embargo, muchas veces no se conocen las razones que anteceden y que provocan esa sensación de ansiedad o miedo.

Algunas personas invierten gran cantidad de energía defendiéndose de miedos que ni siquiera entienden, y tampoco se centran en investigar la naturaleza de aquello que temen y desean evitar.

En ocasiones, las amenazas surgen como percepciones, emociones, pensamientos o recuerdos. Aparecen como señales de alarma que advierten de un peligro hacia el propio bienestar.

El reflejo de la ansiedad o el miedo en el cuerpo puede manifestarse de numerosas maneras, aunque si hacemos referencia a una de las formas más violentas y repentinas, debe nombrarse entonces a la crisis de angustia o ataque de pánico.

Según el DSM-IV (American Psychiatric Association,1994), una crisis de angustia (panic attack) consiste en la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos cuyos síntomas (cuatro o más), son los siguientes:

Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
Sudoración
Temblores o sacudidas
Sensación de ahogo o falta de aliento
Sensación de atragantarse
Opresión o malestar torácico
Náuseas o molestias abdominales
Inestabilidad, mareo o desmayo
Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)
Miedo a perder el control o volverse loco
Miedo a morir
Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
Escalofríos o sofocos
El inicio de los síntomas es brusco y alcanza su máxima expresión en los primeros 10 minutos.

¿Qué hay detrás de todo esto?

Cuando una persona se cuestiona la funcionalidad de sus propias sensaciones, de sus síntomas y busca ayuda, muy probablemente acabará descubriendo las razones subyacentes de lo que le sucede y mejorará indiscutiblemente su calidad de vida.

Ignorando las señales y sus causas no resultará extraño que el miedo sea protagonista y rasgo intrínseco a la propia persona, desgastando su energía y minando su propio estado emocional.

Mientras se aprende a luchar contra todo esto, existen pautas dirigidas a afrontar situaciones de crisis.

Las diez reglas para afrontar el pánico de Mathews et al.1981, son las siguientes:

Recuerda que las sensaciones no son más que una exageración de las reacciones corporales normales al estrés.

No son , en absoluto, perjudiciales ni peligrosas; solamente desagradables. No sucederá nada peor.
Deja de aumentar el pánico con pensamientos atemorizantes sobre lo que está sucediendo y a dónde podría conducir.

Observa lo que está sucediendo en tu cuerpo realmente ahora, no lo que temes que pudiera pasar.

Espera y deja tiempo al miedo para que pase. No luches en contra, ni huyas de él. Simplemente acéptalo.

Observa que cuando dejas de aumentarlo al añadir pensamientos atemorizantes, el miedo comienza a desaparecer por sí mismo.

Recuerda que el objetivo fundamental de la práctica es cómo afrontar el miedo sin evitarlo. Por tanto, ésta es una oportunidad de progresar.

Piensa en el avance que has conseguido hasta ahora, a pesar de todas las dificultades. Piensa en lo satisfecho que estará cuando lo consiga esta vez.

Cuando comience a sentirse mejor, mire a su alrededor y empiece a planear qué va a hacer a continuación.

Cuando estés preparado para continuar, comienza de forma tranquila y relajada. No hay necesidad de esfuerzo, ni prisas.

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