Esquemas de otra época.
Durante el tercer y último debate de la pasada campaña
presidencial, Mitt Romney manifestó que,
bajo la administración Obama, la flota naval del ejército americano era “más
pequeña que en cualquier otro momento desde 1917”. La respuesta del
presidente fue inmediata y cargada de ironía. No solo la fuerza naval es más
pequeña hoy que en ningún otro momento desde la Primera Guerra Mundial, sino
que el ejército de los Estados Unidos también va más corto que nunca en cuanto
a “caballos y bayonetas”.
Hay que excusar a Mitt
Romney. El último candidato republicano a la Casa Blanca, al igual que el resto
de la mayor parte de la opinión pública, desconoce hasta qué punto ha cambiado
la naturaleza de las fuerzas armadas del mundo en general y de los Estados
Unidos en particular. Fuera de los hipotéticos conflictos nucleares, todavía
estamos acostumbrados a operar con esquemas de otra época, una época en la que
contar el número de barcos, aviones, tanques e incluso soldados era parte del juego. Hay que olvidarse de esto, hay
formas más sutiles de medir capacidades.
Durante la pasada
legislatura, la administración Obama y la cúpula militar analizaron cuáles iban
a ser las necesidades del día de mañana y decidieron qué puntos que había de
cubrir con tal de mantener el país seguro. Según informó el propio Obama
durante el debate, las necesidades pasan por poner énfasis en dos puntos:ciberguerra y espacio.
“Todavía estamos
acostumbrados a operar con esquemas de otra época, una época en la que contar
el número de barcos, aviones, tanques e incluso soldados era parte del juego. Hay que olvidarse de esto.”
Avances poco publicitados
Grácias a los avances tecnológicos y a la voluntad de la
Casa Blanca, la naturaleza de las fuerzas armadas se ha redirigido. Se han
producido avances gigantescos que no han sido demasiado publicitados y que han
allanado el terreno para la primera ciberguerray
para cargar de armamento los cielos de todo el mundo. Hay un futuro a la vuelta
de la esquina y está plagado de drones y ciberguerra.
A
pesar de que los drones ya son una realidad, se espera quepara la próxima década, los Estados Unidos tengan a su
disposición un sistema de vigilancia intensivo, capaz de seguir a sospechosos
biométricamente durante largas distancias, inutilizar satélites enemigos y
enviar misiles convencionales a cualquier punto del mundo a velocidad
supersónica. Todo mediante el uso de los aviones no tripulados que
durante la última década ya han sido utilizados para vigilar y eliminar a
potenciales enemigos en el marco de la Guerra
contra el Terrorismo. A día de hoy, Obama autoriza el uso de estos
aviones durante las reuniones que se celebran cada martes en
la Casa Blanca, las ya conocidas como ‘Terror Tuesdays’.
La seducción que ejercen los
drones es consecuencia directa de las ventajas políticas que ofrecen: tienen un
coste relativamente bajo, no implican bajas del bando que las usa y dan una
apariencia de juego duro. Además, a pesar de ser profundamente impopulares en
países extranjeros, no son excesivamente mal vistos por la población de los
países que los utilizan, cualquier daño a los intereses nacionales solo se
puede mostrarse eventualmente a largo plazo.
Paralelamente, bajo el
mandato de Obama, la vigilancia digital ha dejado atrás su carácter defensivo y
ya dispone de capacidad ofensiva. El pentágono formó el CYBERCOM hace poco más de tres años, un comando
que es totalmente operativo desde la segunda mitad del año 2010 y que ya ha
declarado el ciberespacio como un terreno operativo, al igual que lo son el
aire, la tierra y el mar. Esta unidad es el origen de los múltiples ataques
digitales que han recibido las centrifugadoras de uranio iraníes y algunos bancos de oriente medio.
Las piezas de un puzzle
El futuro de la tecnología
militar es incierto, pero teniendo en cuenta la inercia que tienen las
políticas en el uso de los drones y las informaciones publicadas por algunas
agencias gubernamentales, se pueden sacar algunas conclusiones. Por ejemplo, la DARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación de
Defensa Avanzados, deja a entender que para la próxima década, habrá un sistema
de vigilancia y ataque que cubrirá distintas capas de la atmósfera. Sientate y
relájate, todo será dirigido por control remoto.
Con tal de cubrir la parte más baja de la troposfera, el
Pentágono está construyendo un ejército de un centenar de gigantescos Global Hawk, capaces de analizar el terreno a un radio
de 150km, interceptar comunicaciones y de volar durante días enteros, pudiendo
eliminar cualquier cosa que haya en sus inmediaciones. Un poco más arriba, a 20
km de altura se podrán encontrar los “Vulture”, vigilantes equipados con grandes paneles
solares que podrán operar sin tocar el suelo por espacios de hasta cinco años.
A día de hoy, ya hay, como mínimo, 60 bases que albergan drones en Eurasia y
que son capaces de lanzar ataques aéreos a cualquier punto de África, Asia o
Europa. El dron que ha sido capturado esta semana en Irán es prueba de cuán operacionales son
estos instrumentos de guerra.Si todo sigue igual, los planes de la DARPA para
la estratosfera incluyen la incorporación del Vehiculo Hipersónico ‘Falcon’, capaz de cruzar el
planeta en menos de 1 hora, multiplicando por 20 la velocidad del sonido y
llevando consigo más de 5 toneladas de armamento convencional. Su
conceptualización se enmarca dentro de lo que se llama ‘Ataque Global
Inmediato’, un esfuerzo en innovación militar que permitirá atacar cualquier
parte del globo en menos de una hora. El concepto es similar al de los misiles
balísticos intercontinentales, pero estos no tienen sentido si no involucran
cabezas nucleares. El General Cartwright lo explicó así: “Si no quieres
escalar hacia un conflicto nuclear, el tiempo de respuesta frente a un ataque
se mide en días, quizá semanas.” Los Ataques Globales Inmediatos son un paso
adelante en las políticas de disuasión que Washington tiene preparadas para
finales de esta década.En la exosfera, a 400km de altitud, el Pentágono ya ha
probado el X-37B,
un dron que voló sin interrupciones durante 15 meses y que ha probado la
viabilidad de los planes para situar más de ellos orbitando en el espacio. Se
espera que los satélites sean el blanco principal de estas naves y todo apunta
que su puesta en marcha responde al sistema de satélites propios que la China
tiene preparado para el 2020. China, por su parte, también tiene un sistema de
inutilización de satélites que ya ha fue puesto a prueba hace unos años con
éxito.La colonización del cielo por parte del ejército no acaba
aquí. En el espacio exterior, se podrán situar Telescopios Espaciales de
Vigilancia que, basados en el espacio, podrán mostrar todo el globo en
una sola pantalla, haciendo posible el seguimiento de todos y cada uno de los
objetos que orbitan la tierra.
Reconsiderar la soberanía
Es
difícil pensar en las consecuencias que pueden tener todos estos movimientos a
largo plazo. Un sistema de vigilancia global de estas características gobernado
por un solo país obliga a replantear la noción de soberanía de los otros más de
190 países. Aunque existan leyes en el derecho internacional referentes a la
soberanía del cielo, es difícil de hacerlas cumplir a más de 20 km de altura.
Por otra parte, el control
de algo tan global como el ciberespacio por parte de un ejército informático
también ha de replantear todavía más el control de los estados sobre sus
propias estructuras en la red. En cualquier caso, las fuerzas armadas se mueven
progresivamente hacia la invisibilidad, al menos a los ojos de la opinión
pública. A diferencia del conflicto nuclear, los avances generan un poder
omnisciente que deja vía libre a ataques milimétricos de difícil detección a
escala planetaria. La nueva era no promete destrucción total sino que se
presenta como un proceso de eliminación altamente selectivo.
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