Cuando Jack se detiene ante la vitrina de Cartier en
Beverly Hills, una veintena de personas le toman fotografías con sus
smartphones y un paparazzi le grita preguntas impertinentes. No es necesario
ganar un Óscar: el servicio de "fans" a la carta cuesta sólo 3.000
dólares.
En una ciudad como Los Ángeles donde nada es lo que
parece, el éxito se mide en popularidad y caminar una alfombra roja es la Meca,
un joven empresario ideó un servicio de multitudes a la carta que ofrece a sus
clientes vivir la experiencia de la fama.
¿Pero por qué querría alguien alquilar una multitud?
"Por popularidad, o también para impresionar a alguien", explicó Adam
Swart, fundador de Crowds on Demand (multitudes a pedido), que provee fans en
Los Ángeles y Nueva York para turistas que quieren divertirse o empresas que
necesitan manifestantes.
"A los turistas les encanta, porque ¿qué experiencia
puede ser más auténtica de Los Ángeles que la de ser tratado como una
celebridad?", dijo Swart, de 21 años y estudiante de Ciencias Políticas de
la Universidad de California.
Pero los artistas desconocidos que buscan despegar en su
carrera son su mejor nicho de mercado en una ciudad como Los Ángeles.
Swart asegura que, desde que fundó su empresa en octubre
del año pasado -y que ya le da ganancias, afirma-, ha trabajado para un puñado
de actores de reparto o de TV, o extras, cuyas identidades no pudo revelar.
"Por ejemplo, tuvimos un cliente que tenía un
almuerzo con un agente importante y quería hacerle creer que era más famoso de
lo que era realmente", contó a la AFP. "Salir del restaurante y
encontrarte con un grupo de fans afuera aumenta tu estatus en la
relación".
Su empresa contrata entre 5 y 100 actores que interpretan
el papel de fans. En su página web, Swart ofrece, entre otras, la
"experiencia de recibimiento en el aeropuerto" por 4.999 dólares y la
de manifestaciones por 9.999.
En un evento de mercadeo digital en noviembre, la firma
Virurl de publicidad en línea contrató una manifestación en protesta contra los
formatos tradicionales de publicidad.
"Necesitábamos el servicio porque para nosotros
habría sido una pesadilla contratar a 100 actores", dijo el CEO de Virurl,
Francisco Díaz-Mitoma. "Y tuvimos beneficios inmediatos (...) Docenas de
medios de prensa cubrieron el evento", agregó a la AFP.
En una demostración para este reportaje, Swart contrató a
un puñado de actores y les dio la misión de seguir a Jack Minor, un completo
desconocido, por la lujosa calle Rodeo Drive de Beverly Hills.
"Digamos que eres el duque de Lancastershire",
instruyó, y echaron a andar.
Mientras Jack Minor, quien también es actor, caminaba
lentamente mirando las vitrinas de Cartier, Hugo Boss, Valentino o Yves Saint
Laurent, los supuestos fans lo fotografiaban y el supuesto paparazzi lo seguía
de cerca con la cámara.
"Es terrible ser una estrella, pobre muchacho",
comentó una señora al pasar.
Al cabo de sólo una cuadra, los automóviles reducían la
velocidad, un autobús lleno de excitados turistas se detuvo y la multitud había
crecido a una veintena de personas, que preguntaban "¿quién es? ¿quién
es?" luego de tomarse fotos con el impostor.
"Es alguien muy importante de Inglaterra",
respondía Swart.
Luego, al oído, el fundador de la firma comentó a la
periodista de AFP: "Me encanta escuchar a la gente especular".
Varios metros más adelante, ante la vitrina de Hermès, ya
varios transeúntes le habían pedido un autógrafo y un policía respondía a un
curioso: "Creo que es un jugador de fútbol".
"Te dije, nada atrae una multitud como una
multitud", prosiguió Swart. "De hecho, ese es el concepto de
celebridad. ¿Qué define la fama realmente? Se trata sólo de lo que piensan los
demás", filosofó.
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