¿Para
diseñar mapas o para espiar? Los drones civiles, que podrán volar por los
cielos de Estados Unidos desde 2015, poseen miles de aplicaciones que plantean
numerosas interrogantes sobre las fronteras de la vida privada y la posible
congestión del espacio aéreo.
Monitorear el avance de un incendio, localizar a un
criminal o a una persona perdida, cartografiar terrenos de difícil acceso: los
drones son “teléfonos inteligentes voladores” y sus “posibilidades son
infinitas”, dijo Ryan Calo, del Centro de Internet y Sociedad (CIS) de la
Universidad de Stanford, en California.
Asociados por la opinión pública a las guerras, los
drones, con sus aplicaciones no militares, “salvan tiempo, dinero y sobre todo
vidas”, subrayan los fabricantes de estos aviones no tripulados reunidos en la
organización estadounidense AUSVI.
La llegada masiva de estos aviones a Estados Unidos
supondrá la creación de miles de empleos para 2025 y la inyección de miles de
millones de dólares a la economía, según prometen los fabricantes.
“Estados Unidos tiene el potencial de convertirse en el
primer mercado mundial, principalmente en la agricultura, donde los
profesionales ya están acostumbrados a trabajar con instrumentos de alta
tecnología”, dijo a la AFP Baptiste Tripard, de SenseFly, un fabricante de drones
suizo, filial de la francesa Parrot.
Pero el problema es que estos aviones también son capaces
de interceptar mensajes en las redes inalámbricas de internet, controlar
simultáneamente a 65 personas o identificar la marca de un envase de leche a
más de 18,000 metros de distancia, advierte la organización de defensa de los
derechos en internet Electronic Frontier Foundation (EFF).
Las aduanas estadounidenses ya los utilizan para vigilar
las fronteras, pero estos drones, equipados con cámaras infrarrojas y radares,
hacen también las veces de policía local.
En cinco años, más de 7,000 pequeños drones, menos
pesados y más baratos que los helicópteros o los satélites, surcarán los cielos
de Estados Unidos, según estimaciones de la Agencia Federal de Aviación (FAA).
El Congreso estadounidense decidió que el espacio aéreo
del país esté abierto para octubre de 2015 a estos objetos voladores sin
piloto, que se probarán en seis lugares elegidos antes de fin de este año por
la FAA.
Estos ensayos ayudarán a las autoridades a aumentar las
pocas regulaciones que existen sobre el tema. Actualmente estos aviones pueden
volar en cuentagotas para cumplir con misiones vinculadas a servicios públicos
(bomberos, aduanas, etc.) o de recreación, e incluso los aviones más pequeños deben
poder ser distinguidos a simple vista.
“Se deben establecer reglas para que podamos aprovechar
estas nuevas tecnologías sin que se conviertan en una sociedad de la
vigilancia”, sostiene la asociación de defensa de las libertades privadas Aclu.
Treinta estados ya trabajan en leyes para limitar el uso
de drones, celebra Aclu, que milita para que los estados impongan mandatos
judiciales, prohíban la publicación de imágenes e impidan que los drones se
equipen con armas no letales (gases lacrimógenos, balas de goma, etc.).
Resta saber todavía si los cielos estadounidenses se
llenarán de objetos voladores. La FAA admite la necesidad de “reglas” y promete
estudiar el asunto, pero en el futuro.
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