Los médicos saben desde hace tiempo que la soledad no es
buena para la salud mental, ya que tiene asociadas patologías como la
depresión, el estrés, la ansiedad y la falta de autoestima. Pero cada vez hay más
evidencias de que el aislamiento social está también conectado con otros problemas
físicos.
Algunos estudios sugieren que la soledad puede causar
enfermedades con consecuencias fatales.
En 2006, una investigación realizada con 2.800 mujeres
que padecían cáncer de mama sugirió que aquellas pacientes que veían poco a
familiares y amigos tenían hasta cinco veces más posibilidades de morir que
aquellas con una vida social mas activa.
Es por eso que los científicos están intentando averiguar
qué efectos tiene la soledad sobre el cuerpo.
Psicólogos de la Universidad de Chicago y de la Universidad
Estatal de Ohio han demostrado que las personas que están socialmente aisladas
desarrollan cambios en sus sistemas inmunológicos, que provocan una condición
conocida como inflamación crónica.
Las inflamaciones temporales son necesarias para la cura
de cortes o infecciones, pero si la inflación persiste en el tiempo puede
llevar a padecer enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Los investigadores de la Universidad de Chicago
descubrieron que las personas solitarias encuentran más estresantes las actividades
diarias que aquellas con una vida social más activa.
Los científicos creen que el cortisol, la hormona que el
cuerpo libera como respuesta al estrés, causa inflamaciones y otras
enfermedades.
Situaciones estresantes
El último estudio de la Universidad Estatal de Ohio se
fijó en los niveles de inflamación en respuesta al estrés en personas
solitarias.
La doctora Lisa Jeremka comparó a mujeres que han sobrevivido a un cáncer de mama con voluntarias sanas.
Las sometió a una conocida prueba llamada Test de Estrés
Social de Trier, en la que, sin previo aviso, las participantes debían dar una
charla frente a un panel explicando por qué eran las mejores candidatas para un
puesto de trabajo.
Después se les pidió que hicieran una operación de
aritmética frente al panel.
Los exámenes realizados tras este test mostraron que en
ambos grupos, las personas solitarias eran las que presentaban un mayor nivel
de inflamación.
"Si se está solo se pude tener un nivel de
inflamación mayor sin importar si se padece una enfermedad crónica",
señala la doctora Jeremka.
"Durante mucho tiempo a los médicos les costó
reconocer la importancia de la soledad en la salud. Ahora sabemos que es
necesario analizar y entender los contextos sociales de los pacientes".
El número de personas que viven solas está creciendo en
todo el mundo. Muchos son ancianos, que se han quedado solos después de la
muerte de sus parejas o cuando sus familias se han mudado.
Por ejemplo, en Reino Unido, la mitad de los mayores de
75 años viven solos y uno de cada diez padece de soledad aguda.
"Estar solo significa no sentirse conectado o
cuidado, no tiene que ver con estar físicamente solo", señala doctora Lisa
Jeremka.
"Necesitamos encontrar la manera de ayudar a la
gente solitaria. Lamentablemente, no podemos decirle a todo el mundo que salga
y encuentre a alguien que le quiera. Necesitamos crear redes de apoyo",
concluye la experta.
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