La emoción de miedo es la más primitiva
de todas, encontrándose asociada a la principal característica o finalidad de
cualquier ser vivo, es decir, la supervivencia. Dicha emoción ha recibido mucha
atención por parte de los psicólogos y el propio Sigmund Freud llegó a
considerarla como el problema central de la neurosis.
En cuanto a los desencadenantes de la emoción de miedo, al igual que con el resto de emociones, resultan muy difíciles de acotar, ya que cualquier estímulo puede dar lugar al miedo en alguna persona. El prestigioso biólogo Mayr propuso la existencia de tres tipos de miedos distintos en función del estímulo desencadenante:
- Miedo no comunicativo, producido como consecuencia de seres no vivos.
- Miedo ínterespecífico, que surge en relación a otros animales.
- Miedo intraespecífico, que se produce como consecuencia de otros individuos de la misma especie.
En cuanto a los desencadenantes de la emoción de miedo, al igual que con el resto de emociones, resultan muy difíciles de acotar, ya que cualquier estímulo puede dar lugar al miedo en alguna persona. El prestigioso biólogo Mayr propuso la existencia de tres tipos de miedos distintos en función del estímulo desencadenante:
- Miedo no comunicativo, producido como consecuencia de seres no vivos.
- Miedo ínterespecífico, que surge en relación a otros animales.
- Miedo intraespecífico, que se produce como consecuencia de otros individuos de la misma especie.
El denominador común en todas las
situaciones que producen miedo es su capacidad para poner en funcionamiento en
la persona el sistema de conducta aversiva, que proporciona la activación
necesaria para evitar la situación o escapar de ella. En este sentido, diversos
estudios llevados a cabo por prestigiosos psicólogos obtuvieron que existe una
especial pre programación para experimentar miedo ante determinadas
situaciones, tales como depredadores, semejantes hostiles o desastres
naturales. La activación rápida y automática de las respuestas de evitación se
encuentra programada en la dotación genética de prácticamente todos los
mamíferos, incluido el ser humano. De este modo, cuanto antes se active el sistema
de evitación o escape, más probable será que ese individuo consiga el éxito,
entendiendo dicho éxito en términos de incremento en la probabilidad de lograr
la adaptación y la supervivencia.
Las funciones del miedo se encuentran
relacionadas con la adaptación. Es decir, una persona que siente miedo toma
conciencia de la dificultad de la situación y de lo que puede perder, y como
consecuencia de esos análisis, actúa escapando o enfrentándose a dicha
situación. Es por esta razón que la emoción de miedo adquiere connotaciones de
potencial motivadora de conductas relacionadas con la supervivencia, actuando
como una especie de sensor que avisa del riesgo vital.
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