El poblado de Aberdeen, en la costa este de Escocia, se
cubrió de blanco. No es nieve, sino espuma y se debe a un fenómeno poco común
producido en las aguas del Mar del Norte.
La combinación de fuertes vientos con el oleaje y la
lluvia batieron al mar creando una abundante espuma que fue arrastrada naturalmente
hasta las costas. La espesa capa blanquecina modificó el paisaje escocés y
regaló imágenes dignas de una postal.
El curioso hecho se produjo en medio del azote de
tormentas y fuertes inundaciones que han provocado el cierre de rutas, caminos
y escuelas y la suspensión de servicios de trenes y transportes en la zona.
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