lunes, 3 de diciembre de 2012

SEPA POR QUÉ USTED ES UN PROCRASTINADOR


No es un insulto, sino una palabra difícil de pronunciar para referirse a un rasgo humano bastante común. Un informe con el que se sentirá identificado.


Un maravilloso y apacible domingo Ud. pasó toda la jornada tranquilo y relajado, pensando que lo único que tenía que hacer imperiosamente ese día era ir al supermercado a efectuar la compra del mes. Sin embargo, a pesar de que ello nunca salió de su mente y lo tuvo presente desde que se levantó de la cama, después de haber navegado horas por internet solo para pasar el tiempo y haber vuelto a ver dos películas viejas en televisión -cuyos diálogos podría repetirlos casi de memoria- se da cuenta que queda media hora para que la tienda cierre.

A toda velocidad, se cambia y sale corriendo de su casa. Llega justo a tiempo, en el preciso momento en que el guardia se dispone a cerrar la puerta, justo detrás suyo. Entonces, se da cuenta de que solo va a tener tiempo para tomar lo imprescindible y que deberá volver otro día para poder comprar el resto de lo que necesitaba. Se siente culpable y angustiado. Claro que también, al haber visto lo tarde que se hizo, podría haber cancelado directamente la ida al supermercado y haberse mortificado el resto de la noche por dejar transcurrir todo un día entero sin haber cumplido con la única y simple actividad que tenía que hacer. De todos modos, la culpa y la angustia se habrán hecho presentes y, en ambos casos, Ud. será un procrastinador, indefectiblemente.

En los estudiantes se dan ciertos casos bastante clarificadores de este trastorno. El ‘síndrome de la última materia’, esos alumnos a los que eternamente les resta una sola asignatura para recibirse y que jamás logran tener su título. También están aquellos que estudian muchísimo para rendir un examen pero a último momento no se presentan, y los que se sientan a prepararse ya sin tiempo, a pesar de haber tenido varias semanas libres como para haber dado un examen brillante. Y claro, terminan reprobando.

“En cierto modo, todos padecemos esta patología. Se posterga una acción para más adelante y ello produce angustia porque la realización de la tarea se transforma en algo abrumador”, explicó Harry Campos Cervera, médico psiquiatra y psicoanalista, consultado por Infobae. La procrastinación es el hábito de postergar actividades o tareas que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables.

El especialista indicó que el síntoma de postergar la acción puede deberse a muchas causas: la más típica es la neurosis obsesiva, donde la acción se va postergando para no comprometerse con el cumplimiento. “El fantasma que tiene postergar la acción es el miedo a la muerte porque uno queda congelado con la idea de que si uno lo hace y cumple con algo está más cerca del fin”, sostuvo.

La procrastinación también puede deberse a trastornos de personalidad que se enlazan con la duda. Campos Cervera aseguró que hay personas que son extraordinariamente exigentes y que postergan ciertos actos con la esperanza de realizarlos mejor más adelante y eso nunca se cumple. “También la padecen quienes presentan trastornos neurológicos, porque nuestra conducta de hacer algo depende del lóbulo frontal del cerebro, ya que una región tiene que ver con la planificación de la acción. En ese caso, se ven patologías como el trastorno por déficit de atención, que altera la realización de algo, justamente porque falta la atención debida. Van saltando a cosas distintas y no pueden hacer ninguna”, expresó.

En casos severos, la procrastinación también puede verse en el caso de aquellas personas que tienen lesiones en el lóbulo frontal, como en el caso de los adictos a la cocaína que pierden la posibilidad de planificar. “Un paciente puede decir que viene a la sesión psicológica a las 16. En el camino pasa por un escaparate y se dispersa, luego se encuentra con alguien, hace otra cosa y a las 21 se da cuenta que no fue a la sesión, a pesar de que había salido de su casa para ello”, dijo el experto.

Infobae también entrevistó a la psicoanalista Mónica Cruppi, quien se refirió a este trastorno tan común y que pocos saben que lo padecen.

-¿Por qué hay personas que caen en la procrastinación?

Es una de las formas que tiene el sujeto de relacionarse con el deseo, en el sentido de demorarlo, postergarlo y aplazarlo. El termino procrastinación, su conceptualización y su aplicación aparece en la obra freudiana en varios trabajos como síntoma que padecen los neuróticos, en especial cuando se refiere a los obsesivos. También está presente en los depresivos y melancólicos. Fue Jacques Lacan quién profundizó más el concepto.

-¿A qué se debe este comportamiento? ¿Cuáles son sus causas?

Se trata de una renuncia pulsional, es decir, el sujeto desea satisfacer la pulsión pero a la vez siente angustia y culpa por su realización, por lo tanto lo suspende. En "El malestar en la cultura", Sigmund Freud nos acerca al placer escondido en toda renuncia a la satisfacción pulsional, renuncia que deja al sujeto tomado suspendido.

Freud dijo que bajo la forma de postergación de la gratificación, la procrastinación conservó toda su ambivalencia interna, lo que quiere decir que junto con el deseo se encuentra la culpa y la angustia que impiden su satisfacción. La procrastinación es alejar el deseo en el tiempo para suspender el goce. Es gozar de la suspensión del goce y hacer de la suspensión un goce mismo.

Como podemos observar, el deseo y la angustia están entrelazados, por lo que el sujeto -con tal de evitar esa angustia previa a su consecución- está perpetuamente demorándolo. Hoy la postergación de la satisfacción ya no tiene un índice de valor moral. Sabemos que detrás de la búsqueda de placer hedonista, se esconde la cara feroz del ‘superyó’ y el imperativo de gozar hasta la muerte.

¿Cuáles son las consecuencias de ser un procrastinador?

Hay sujetos que se caracterizan por ello: los obsesivos, cuyos rasgos principales de carácter son el amor al orden, la preocupación por el ahorro y la terquedad con propensión a la duda y a la inhibición. Tenemos un tipo de carácter coartado, cohibido y estático. Un sujeto que rechaza desprenderse y desarrollarse, que rechaza atravesar dificultades y etapas que, en definitiva, tiende al inmovilizarlo y más hacia la muerte que hacia la vida: los muertos vivos Estas podrían ser las características de las personas que tienden a la procrastinación.

Este rasgo, de la misma manera que la duda, es un modo de defensa del sujeto contra la angustia y, muchas veces, existe una gran cercanía entre el objeto de la angustia y el objeto del deseo: entre lo que a alguien puede angustiarle y lo que verdaderamente puede anhelar

¿Qué podemos hacer para evitar la procrastinación?

Una de las cosas más importantes en este tema es detectar la presencia de la angustia, porque ella es uno de los factores que hace que se eviten los cambios, las decisiones, los actos verdaderos. Tomar una decisión o tener que implementarla puede ser un problema por la angustia que conlleva. La tarea analítica radica en aliviarla, averiguar cuando el sujeto posterga, sus motivaciones inconscientes, es decir, lo que hay por debajo del síntoma.

Jacques Lacan decía que hay tres momentos lógicos en cuanto a la temporalidad de la acción: el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir. Todo el mundo pasa por los tres, pero algunos se detienen más de lo necesario en los momentos de ver y comprender: quieren calcular todo antes de concluir o simplemente utilizan la comprensión como excusa para nunca tomar decisiones, y en esa eterna posposición se les puede ir la vida entera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario