lunes, 16 de abril de 2012

QUE CONTIENE UN CIGARRILLO



El tabaco es uno de los pocos productos que no están regulados. Los alimentos tienen que llevar una lista de ingredientes, la ropa lleva etiquetas de composición, los aparatos eléctricos han de estar homologados... pero el tabaco no está sometido a ningún tipo de regulación. 

Por eso tenemos que acudir a lo que entidades gubernamentales, españolas o extranjeras, o bien laboratorios de investigación, han encontrado en los cigarrillos. Se han descubierto cerca de 4.000 substancias químicas en el tabaco y al menos, 40 de ellas son cancerígenas para el hombre. 

Monóxido de carbono: Es el mismo gas que sale del  escape de un automóvil o de una caldera defectuosa. Es incoloro e inodoro. En concentraciones altas es mortal y en dosis bajas dificulta la oxigenación de las células, ya que bloquea la hemoglobina y por tanto desactiva los hematíes, que ya no pueden trasladar el oxígeno durante largos períodos de tiempo. El cuerpo humano es capaz de eliminar rápidamente una gran cantidad de monóxido de carbono, por lo que la mayoría de las personas se sienten con más fuerza y energía al poco tiempo de dejar de fumar. 

Alquitrán: Es la sustancia oscura y pegajosa encargada de llevar la nicotina y demás productos químicos del tabaco hasta nuestros pulmones. Podríamos decir que es el vehículo en el que todos los venenos presentes en el cigarrillo, viajan hacia nuestro torrente sanguíneo. 

Benzeno, Radón y demás basura: Son productos químicos que nunca querríamos que estuviesen en nuestra casa, ya que causan cáncer. Está prohibido utilizarlos como componentes de artículos de uso doméstico: imaginemos el efecto que conseguimos inhalándolos. 

Nicotina: Es sólo una más de las sustancias peligrosas de los cigarrillos. Pero además es la responsable de que el tabaco sea tan adictivo. Los estudios científicos han demostrado que la nicotina crea la misma adicción que la heroína o la cocaína. 

A los 7 segundos de dar una calada, la nicotina alcanza nuestro cerebro. Esta droga actúa sobre unos receptores causando el "subidón" que nuestro cuerpo experimenta. Esto dispara varias respuestas en nuestro organismo: nuestro ritmo respiratorio y cardíaco aumenta y nuestros vasos sanguíneos se contraen. 

En el momento que apagamos el cigarro, es cuando mayor índice de nicotina tenemos en sangre. A la media hora, el nivel ha descendido notablemente y comenzamos a sentir los síntomas de adicción. Los síntomas que se sienten entre un cigarrillo y el siguiente (un pequeño "síndrome de abstinencia causados por las bajadas y subidas del nivel de nicotina, hacen que padezcamos a su vez bajadas y subidas de estrés y ansiedad. 

Para evitar esas subidas y bajadas necesitamos que el espacio entre un cigarrillo y el siguiente sea cada vez menor. Por eso es tan raro encontrar fumadores que consuman menos de una cajetilla al día.

La nicotina actúa como vasoconstrictor, lo que significa que disminuye el diámetro, la luz de nuestras venas y arterias. Esto hace que la sangre tenga más dificultad para circular por nuestro organismo. A su vez, provoca un aumento de la tensión arterial y fuerza al corazón a trabajar más (este es el origen de las enfermedades cardíacas). 

Como conclusión a este resumen diremos que el humo del tabaco es, de entre las sustancias a que estamos expuestos diariamente, una de las más peligrosas. 





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