Anne Moberly y Eleanor Jourdain nacieron en familias aristocráticas
francesas a finales del siglo XIX. Educadas en los mejores colegios y
universidades, con varios libros publicados y trabajando como rectora y vice
rectora respectivamente del prestigioso colegio St,Hughs para señoritas de la
alta sociedad.
Entre sus pasiones estaba la historia lo que las llevó a hacer diversos
viajes alrededor de Europa en tiempos de vacaciones del colegio. El 10 de
Agosto de 1901 decidieron visitar el Palacio de
Versalles que nunca habían visitado antes.
El recorrido por el palacio transcurrió sin incidentes, Versalles era ya
para esa época un lugar turístico famoso y centenares de personas lo visitaban
a diario. Luego de unas horas recorriendo el palacio decidieron que ya habían
visto lo suficiente de él y se dirigieron a los alrededores. Recorriendo los
jardines de Versalles encontraron un pequeño camino peatonal que comunicaba el
palacio con una casa campestre en las cercanías que se le conocía con el nombre
de Grand
Trianon, pero para su decepción al llegar al lugar lo
encontraron cerrado al público por reparaciones por lo que decidieron entonces
ir a visitar una pequeña casa de campo que quedaba cerca de ahí y que se le
conocía como la Petit Trianon.
El camino que separaba las dos casas de campo cruzaba un pequeño bosque
donde los antiguos reyes solían cazar en su tiempo libre. Muy pronto, Moberly y
Jourdain se sintieron perdidas y durante minutos vagaron por el bosque hasta
que encontraron a un hombre sentado a la orilla del camino. Al acercarse
a pedir direcciones se dieron cuenta que el hombre vestía de soldado antiguo y
al acercarse ellas a preguntar por la Petit Trianon, este les dio direcciones
en un francés con acento extraño.
Al acercarse más a la Petit Trianon, las dos mujeres encontraron varios
hombres que trabajaban en los jardines de la casa de campo, todos vistiendo
atuendos antiguos, ellas, pensando que todo era parte del atractivo turístico,
no se sintieron demasiado sorprendidas excepto por uno de los jardineros que
tenia mirada malévola y lo que parecía ser marcas de viruela en la cara, que en
1901 ya era una enfermedad muy poco frecuente.
Mujeres de atuendos antiguos salían del granero y se detenían por un
instante a mirarlas a ellas de reojo para luego retomar sus ocupaciones.
Soldados se veían a la distancia patrullando la zona y finalmente, una mujer
vestida en un lujoso traje veraniego con un excéntrico peinado acompañada de
muchas sirvientes y un par de niños.
Luego de darle la vuelta al Petit Trianon decidieron regresar hacia el
palacio, tomaron la ruta por donde habían venido entrando de nuevo en el
bosque, pero el camino se les hizo extraño, de alguna forma diferente al
camino original a tal punto que pensaron que habían equivocado la ruta pero
segundos después se toparon con un grupo de turistas los primeros que veían
desde que se dirigieron al Petit Trianon.
Luego al llegar a palacio preguntaron a uno de los guías sobre la gente con
ropa antigua en el Petit Trianon y estos sorprendidos les dijeron que no
había ningún evento programado para el lugar y que no sabían a qué se
referían.
Meses después volverían al lugar y su sorpresa fue mayúscula al encontrarlo
completamente diferente a como lo habían visto la primera vez, un puente y un
kiosko que adornaban la entrada ya no existían y los únicos habitantes de la
casa eran los cientos de turistas que pasaban por el lugar. Estupefactas,
decidieron contar la historia de lo que había pasado en un libro, pero por
miedo al escarnio y en su posición académica prestigiosa lo hicieron bajo
pseudónimos. Solo hasta después de su muerte se supo que habían sido ellas las
verdaderas autoras del libro Después de investigar los libros de historia, se
dieron cuenta que la mujer con el atuendo elegante que vieron fue probablemente
la misma María
Antonieta que pasaba gran cantidad de tiempo en el Petit Trianon..
El libro fue una sensación en Francia pero al mismo tiempo fue abiertamente
ridiculizado y criticado pues historiadores señalaban detalles que no tenían
sustento histórico alguno como por ejemplo el puente y el kiosko que ellas
afirmaban haber visto.
Pero años después de la publicación del libro, aparece en la biblioteca de una de loas abadías un mapa de la Petit Trianon de la época que mostraba tanto el puente como el kiosko justo en el lugar donde ellas los habían visto.
¿Viajaron en el tiempo por unos instantes, vieron fantasmas o simplemente
se toparon con alguna fiesta o representación privada? Eso nadie lo sabe y
aunque evidencia ha salido defendiendo cada una de estas hipótesis,
quedará para siempre el incidente del Petit Trianon en los misterios sin
resolver de la historia
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