El calentamiento de los océanos de los últimos 50 años se
debe sobre todo a la actividad humana.
Los seres humanos son los
principales culpables del calentamiento del océano, según un estudio. Sólo un
10% del aumento de la temperatura de las aguas oceánicas se debería a las
variaciones naturales del clima.
A pesar de que son muchos de
los que niegan que el papel del ser humano sea determinante en el cambio climático, numerosas investigaciones confirman la
conexión entre ambos.
Una de ellas, recientemente
publicada en la revista Nature Climate Change y realizada por
investigadores de EE. UU., Australia, Japón y la India, muestra
precisamente la relación entre la actividad humana y el incremento de la
temperatura de los océanos en los últimos 50 años.
"Este estudio refuerza
considerablemente la conclusión de que la mayor parte del calentamiento de los océanos observado durante los
últimos 50 años es atribuible a actividades humanas", indicó el autor
principal del trabajo y científico, Peter Gleckler.
"No se encontraron
pruebas de que el calentamiento simultáneo de las capas superiores de los siete
mares pueda explicarse por la variabilidad climática natural por sí sola. Los
seres humanos han desempeñado un papel dominante", añadió Gleckler.
Según declaraciones del
coautor del informe, el doctor John Church, en el canal de noticias australiano
ABC, la variabilidad natural solo representaría aproximadamente el 10% de los
cambios observados, mientras que los gases de efecto invernadero originados por
las actividades del hombre serían la causa principal del aumento de las
temperaturas.
Mientras tanto en el Ártico continúan llevándose a cabo investigaciones sobre
la subida del nivel del mar. El pasado mes de abril un grupo de científicos
mostró su preocupación tras registrar un nivel demasiado elevado de metano en
las áreas de deshielo, lo que, según algunos expertos, podría suponer una seria
amenaza para el clima.
Asimismo, en mayo unos
investigadores alertaron que la congelación submarina en el Ártico ya ha empezado a
derretirse y que este hecho no sólo podría conducir a un brusco aumento de la
fusión de las emisiones de metano, sino también a la intensificación del efecto
invernadero y a cambios climáticos que podrían ser catastróficos.
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