Para muchas personas los antojos están ligados a una
hamburguesa con papas, un pollo a la brasa, una malteada o una torta de
chocolate. Alimentos, todos ellos, carentes de un alto valor nutritivo y que, por
el contrario, tienen la fama de poco saludables. Se dice siempre que los
antojos reflejan las necesidades de nuestro organismo, es decir, lo que nuestro
cuerpo requiere. Algo que no es del todo cierto. Para explicar este fenómeno un
grupo de expertos realizó un estudio en donde se da respuesta a esos “gustitos”
que muchas veces no son la mejor elección.
Nutricionistas, psiquiatras y expertos en ciencias del
comportamiento de la Universidad de Leed en Inglaterra se cuestionaban: si en
verdad nuestro organismo es tan sabio, por qué sentimos la necesidad de comer
algunos alimentos excedidos en grasa, colesterol o azúcar, que a la postre nos
harán engordar o padecer de alguna enfermedad. En fin ¿Por qué cuando tenemos
un antojo, lo último que elegimos son verduras, menestras y comidas saludables?
“Los especialistas atribuyen este fenómeno a factores
psicológicos tales como tensión y la infelicidad y (a veces) a una necesidad
genuina de ciertos alimentos”, señala la web del diario Daily Mail.
Andrew Hill, jefe de la unidad de investigación de esta
universidad, señala que los antojos van más allá del hambre. “Cuando una
persona tiene hambre come cualquier cosas, incluso alimentos que no son de su
agrado”.
Por el contrario, “los antojos son una abrumadora
sensación de deseo de un determinado producto”. Al parecer todo estaría en el
cerebro.
LA COMIDA “CHATARRA”
La Dopamina es una hormona y un neurotransmisor implicado en el aprendizaje y la concentración. “Cuando vemos o aprendemos algo nuevo se libera del cerebro”, dice Hill. En segundo lugar están los opiáceos que nos dan la sensación de placer. “La combinación de estos dos factores hacen que comamos determinados productos y los volvamos a comer otra vez”.
“Desde el punto de vista evolutivo, los antojos de comida
chatarra (grasas y azúcar) están ligados a la prehistoria cuando los opiáceos
del cerebro y la dopamina reaccionó en beneficio de los alimentos altos en
calorías como mecanismo de supervivencia”, señala el estudio.
“Estamos programados para disfrutar de grasas y
sustancias azucaradas, y nuestros cerebros nos dicen que ellos las necesitan.
Hoy en día, todavía tenemos las mismas reacciones a pesar de que existe una
necesidad nutricional menor. Es decir lo hacemos por el simple hecho del
sabor”.
EL ESTADO DE ÁNIMO Y EL CHOCOLATE
Otro factor en el deseo por los alimentos azucarados o grasos es el estrés. “El cuerpo produce una hormona llamada cortisol en respuesta al estrés,” explicó Leigh Gibson, especialista de comportamiento humano.
“Sus funciones principales son aumentar el azúcar en la
sangre para ser utilizado como energía por las células del cuerpo, reforzar el
sistema inmunológico y también bloquear la liberación del leptina e insulina,
aumentando el hambre”, acotó
Ana Raymond, de la Asociación Dietética Británica,
sostuvo que los antojos son una necesidad psicológica de alimentos altos en
grasas y azúcar pero que deben, por supuesto, formar solamente una parte
pequeña de nuestra alimentación diaria”.
“El 50% de los antojos están relacionados con el
chocolate, dulces o galletas”, señala Hill.
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