La compañía japonesa Tepco, que operaba la central
nuclear de Fukushima, ha admitido por primera vez que minimizó el riesgo de
tsunami por miedo de verse obligada a cerrar su planta para mejorar la
seguridad.
«Había un temor latente de que se tuviera que cerrar la
planta hasta que se pusieran en marcha medidas drásticas de seguridad», ha
indicado Tokyo Electric Power Company (TEPCO) en un informe titulado 'Política
Fundamental para la Reforma de la Organización de Energía Nuclear de Tepco',
más de un año y medio después del accidente.
El informe de 32 páginas indica que, antes del tsunami
gigante de marzo de 2011 que inundó la central, la compañía sabía que los
sistemas de defensa y de protección eran insuficientes pero que no actuó,
probablemente por miedo a los costes que representaría. «Había esa preocupación
de que si se imponían nuevas y severas medidas, eso provocaría una preocupación
sobre la seguridad de todas las centrales existentes» y habría podido «dar más
vigor al movimiento antinuclear», señala el documento.
El seísmo de magnitud nueve y el tsunami gigante de marzo
de 2011 provocaron el accidente nuclear de Fukushima, el peor desde el de
Chernobil (Ucrania) en 1989, que produjo emisiones radioactivas en el aire, las
aguas y los suelos de la región de la central, situada a 220 km. al noreste de
Tokio. Unas 100.000 personas tuvieron que ser evacuadas de sus casas.
Cambio de postura
Las autoridades japonesas han cambiado radicalmente de postura respecto a la energía nuclear desde entonces. Antes del accidente, contemplaban aumentar la producción. A mediados de septiembre, anunciaron querer salir progresivamente del modelo nuclear y por completo de aquí a treinta años.
Actualmente, casi la totalidad de los 50 reactores de
Japón no están funcionando, o bien debido al seísmo, o bien debido a las nuevas
exigencias de seguridad que obligan a realizar obras de consolidación en las
centrales. Solo dos reactores han reanudado la actividad en la central de Oi
(centro), en julio, por decisión del primer ministro, Yoshihiko Noda, y a pesar
de la hostilidad de una parte de la población.
Frente a las críticas que se habían multiplicado desde la
catástrofe, Tepco aseguraba hasta ahora que nadie podía prever un tsunami de
tal tamaño, y que los sistemas de protección no podían haberse pensado en
consecuencia. En diciembre de 2011 Tepco hizo sin embargo un primer mea culpa
en un informe en el que la compañía subrayaba la insuficiencia de su
preparación. El pasado mes de julio, un nuevo informe, esta vez oficial,
culpaba al Gobierno y a Tepco por su falta de previsión ante los riesgos.
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