Los científicos rusos
hallaron el fragmento más grande del meteorito que explotó sobre los
Montes Urales el 15 de febrero, dijo hoy un miembro de la Academia de
Ciencias de Rusia.
"La mayor pieza pesa más de
un kilogramo" dijo Viktor Grokhovsky, miembro del Comité de Meteoritos de
la academia.
El equipo de búsqueda de la
Universidad Federal de los Urales, con la ayuda de 30 esquiadores, cubrió un
área de 50 kilómetros en busca de los restos del meteorito, cuya
onda explosiva causó heridas a unas 1.200 personas en la ciudad de Chelyabinsk.
Más de 24.000 trabajadores y
4.300 piezas de equipo participaron en la limpieza de los daños causados por el meteorito.
El meteorito rocoso se desintegró al atravesar las capas bajas
de la atmósfera y el principal "paquete" de los restos cayó cerca del
lago Chebarkul, en el oeste de Chenyabinsk.
Hasta ahora, se han encontrado
alrededor de 50 piezas pequeñas del tamaño de monedas. Se espera localizar más
piezas en el área, indicó Grokhovsky.
Una amenaza cada vez mayor
Los grandes
asteroides son una amenaza cada vez mayor para la Tierra, por lo que habrá que
invertir más en el estudio de estos cuerpos celestes, que hasta ahora no
estaban en el centro de las investigaciones espaciales, afirmó hoy el
científico ruso Yuri Záitsev.
"Los asteroides nunca
ocuparon un lugar central en la astronomía ni en las investigaciones
espaciales", dijo Záitsev, miembro de la Academia de Ingeniería de Rusia,
en una entrevista con la agencia Interfax.
Después de lo que ocurrió en
Cheliábinsk este enfoque será revisado. Si el bólido de Cheliábinsk hubiese
estallado más cerca de la ciudad, el desastre en la central nuclear de
Chernóbil no nos parecería tan grave", indicó Záitsev.
El académico se refería al meteorito que el pasado 15 de febrero se
desintegró en la atmósfera y provocó una lluvia de meteoritos junto a
esa ciudad rusa en los montes Urales, dejando heridas a más de un millar de
personas, la mayoría por la rotura de cristales.
Záitsev añadió que se comenzó a
tomar plena conciencia del peligro que representan los asteroides cuando fue
descubierto el Apophis, que de acuerdo a los cálculos
de los científicos pasará a unos 40.000 kilómetros de la Tierra en 2029.
A esa distancia se sitúan las
órbitas geoestacionarias de la mayoría de los satélites de telecomunicaciones.
"No se descarta que la
gravitación terrestre afecte la trayectoria del Apophis, por lo que se podría esperar
que en 2036 pase más cerca de la Tierra e, incluso, choque con nuestro
planeta", agregó.
El académico dijo que las
consecuencias de esa colisión serán mucho más graves que las del meteorito de
Tunguska, que cayó en Siberia en 1908 y destruyó millones de árboles sobre una
extensión de más de 2.000 kilómetros cuadrados, aunque -agregó-
"seguramente no tendrían carácter global".
En su opinión, para que el choque
de un asteroide contra la Tierra sea una catástrofe global el cuerpo
celeste tendría que tener en su parte más ancha más de un kilómetro, mientras
que el Apophis mide alrededor de 325 metros.
"La Tierra ha tenido suerte
con las 'rocas celestiales'", aseguró Záitsev, quien recordó que la
superficie de la Luna, Marte y Mercurio está cubierta de cráteres dejados por
éstas.
Agregó que Júpiter, con su gran
masa, ha recibido la mayoría de los asteroides y que la atmósfera
terrestre es una buena defensa, pero sólo contra cuerpos relativamente
pequeños.
"Pero no hay garantías de
seguridad", sostuvo el científico, quien destacó que la Tierra ha entrado
en una especie de estela de grandes cuerpos celestes.
Explicó que en el último decenio
han sido descubiertos más asteroides que en los dos siglos anteriores y que
anualmente se detectan más de un millar de nuevos cuerpos.
"Los choques son
inevitables. La pregunta es cuándo se producirán", concluyó.
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