Los árboles más viejos y más grandes del mundo, que son
los organismos vivos más antiguos del planeta, están desapareciendo de manera
alarmante, advirtieron este viernes científicos australianos y estadounidenses.
Los resultados de un estudio publicado por la revista
Science concluyen que en todas partes los árboles más grandes y viejos están
amenazados de desaparición si no se aplican políticas de preservación.
"Es un problema mundial que concierne a casi todos
los tipos de bosques", indicó David Lindenmayer de la Universidad Nacional
de Australia, jefe del programa de investigación.
"Al igual que los grandes animales, como los
elefantes, los tigres o los cetáceos, cuya población está declinando
fuertemente, una serie de indicios muestran que estos árboles corren el mismo
riesgo", señala el estudio.
Lindenmayer comenzó este estudio con colegas de la
Universidad James Cook de Australia y de la Universidad de Washington en
Estados Unidos tras haber trabajado con muestras desde los años 1860 tomadas en
bosques suecos.
Los investigadores constataron la inquietante
desaparición de los grandes árboles, de entre 100 y 300 años de edad, en partes
de Europa, América del Norte y del Sur, África, Asia y Australia.
Los serbales de Australia, los pinos de Estados Unidos,
las secuoyas de California o los baobabs de Tanzania son las principales
especies en peligro.
Los incendios forestales no son los únicos responsables
ya que la tasa de mortalidad es diez veces superior a la norma, incluso en los
años sin incendios.
Este fenómeno es, según los científicos, el resultado de
una combinación de factores tales como el calentamiento climático, la
deforestación y la necesidad de tierras agrícolas.
"Estamos hablando de la desaparición de los organismos
vivos más grandes del planeta y de organismos que tienen un rol determinante en
la regulación de la riqueza de nuestro mundo. La tendencia es verdaderamente
muy preocupante", declaró Bill Laurance, de la Universidad James Cook.
Los grandes árboles son lugares de nidificación y de vida
para casi un 30% de las aves y los animales de nuestro ecosistema. Son también
enormes pozos de carbono, importantes reservas de sustratos que permiten el
desarrollo de una multitud de organismos y también influencian la hidrología.
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