La historia, contada por primera vez en su versión
moderna en una conferencia en 1975, es la que sigue: Hace unos 4.500 millones
de años, cuando el Sistema Solar todavía se encontraba en sus inicios, un
enorme cuerpo planetario del tamaño de Marte llamado Theia (la madre de Selene,
la luna, en la mitología griega) chocó contra la Tierra.
El impacto apocalíptico, imposible de imaginar -el
asteroide que acabó con los dinosaurios tenía el tamaño de la isla de Manhattan
y ya sabemos lo que provocó-, generó una gran cantidad de escombros que
salieron expulsados hacia el espacio. Ese material terminó unido formando la
Luna. Sin embargo, la teoría del gran impacto ha quedado en el limbo durante
más de tres décadas, sin ser probada ni refutada, ya que los científicos eran
incapaces de leerla, sin saltarse un capítulo, en las marcas químicas de
nuestro satélite natural. Ahora, investigadores de la Universidad de Washington
en St. Louis y de la de California en San Diego creen haber descubierto en las
rocas lunares la evidencia, por fin, de que nuestro satélite natural se formó
en un golpe de billar cósmico.
Los investigadores, que publican sus conclusiones en la
revista Nature, utilizaron avanzados instrumentos tecnológicos como un
espectrómetro de masas para analizar las firmas químicas de las rocas lunares
obtenidas durante las misiones Apolo (11, 12, 15 y 17) y de meteoritos
recogidos en la Antártida, y la compararon con rocas terrestres y marcianas.
Los datos revelan nuevos descubrimientos de unos elementos conocidos como
volátiles, que ofrecen información clave de cómo se formaron y evolucionaron
los planetas.
Los científicos descubrieron que uno de estos elementos
volátiles, el zinc, apenas se encuentra en la Luna, lo que les lleva a concluir
que, por fuerza, un evento de «escala planetaria» ocurrió en la historia de
nuestro satélite natural. «¿Cómo eliminar todos los compuestos volátiles de un
planeta, o en este caso, de un cuerpo planetario? Necesitas algún tipo de
evento de fusión al por mayor para proporcionar el calor necesario para
evaporar el zinc», explica el geoquímico James Day, de la Universidad de San
Diego.
El agua de la Tierra
Según Day, una colisión gigante planetaria pudo ser la responsable de la erradicación de tales elementos, en lugar de procesos volcánicos a pequeña escala. La siguiente etapa de esta investigación es conocer por qué en la Tierra no se agotaron los elementos volátiles como el zinc y similares, una línea de exploración que podría conducir a respuestas acerca de cómo y por qué nuestro planeta está cubierto de agua. Como explica Day, saber de dónde vino toda el agua de la Tierra es una importante pregunta «porque si estamos buscando vida en otros planetas, tenemos que reconocer qué condiciones similares son probablemente necesarias».
«El trabajo también tiene implicaciones para el origen de
la Tierra», señala Frédéric, científico planetario de la Universidad de
Washington, «porque el origen de la Luna fue una gran parte del origen de la
Tierra». Sin la influencia estabilizadora de la Luna, los científicos creen que
la Tierra probablemente sería un lugar muy diferente al que conocemos. Nuestro
planeta giraría más rápido, los días serían más cortos y el clima, más caótico
y extremo. De hecho, podría haber sido un mundo muy duro, no apto para la
evolución de la vida humana.
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